(Ramón María Narváez y Campos) |
Ramón María Narváez y Campos fue un militar y político español que vino al mundo en el año 1800 y lo dejó sesenta y ocho años después. Conocido como El Espadón de Loja, fue Presidente del Consejo de Ministros de España en siete ocasiones y no le faltaron el temperamento y la mala leche durante sus mandatos. Como vamos a ver, hasta en el lecho de muerte hizo gala de sus atributos masculinos, aunque ya los había puesto encima de la mesa, casi literalmente, mucho antes.
En una reunión que presidía del Consejo de Ministros, en la década de 1840, se estaba tratando el tema de cambiar la constitución, cosa sería como supondrán. Había que formar una comisión para llevar la cuestión adelante y a la hora de seleccionar los miembros de dicha comisión el marqués de Viluma, Manuel de la Pezuela y Cevallos, a la sazón Ministro de Estado, se negó a que algunos nombres formarán parte de ella. El marqués se negaba pomposamente, con aspavientos y frases altisonantes. En un momento dijo:
-Jamás tocaré la pluma para firmar esa designación.
Entonces Narváez explotó de ira, cogió la pluma y se la colocó de malos modos al otro en la mano mientras decía:
-Usted toca la pluma ya con la mano derecha y, con la izquierda, me toca usted, si lo tiene a bien, los cojones.
Lógicamente firmó el marqués.
Y decía antes que esta actitud chulesca de Narváez le acompañó hasta su lecho de muerte. Según parece, cuando estaba ya en sus últimos momentos, el cura que le acompañaba en aquellos momentos le preguntó si perdonaba a sus enemigos, a lo que respondió nuestro protagonista:
-¿Enemigos? Yo no tengo enemigos, los he fusilado a todos.
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