Esta mañana he estado en el cine viendo la película 1917, de Sam Mendes. Una muy buena película, con una buena historia, emocionante y muy bien contada. Con miles de detalles sobre cómo fueron algunas cosas en la Primera Guerra Mundial en el frente occidental. Este Salvar al soldado Ryan del 2019, cambiando la guerra del 39 por la del 14, acaba con un mensaje antes de los títulos de crédito en el que el director recuerda a su abuelo y las historias de este sobre la Primera Guerra Mundial. He tratado de averiguar la relación entre la historia real y la película 1917 de Sam Mendes, más allá del marco histórico, que es obvio que es esencial en la historia.
Mendes ha reconocido que la película se inspira en algo que le contó su abuelo Alfred, veterano de la guerra del 14. Una historia sobre un mensajero que tenía que entregar un mensaje importante. Sin animo de contarles nada que les destripe la trama, esa es la historia. Dos soldados han de recorrer unos kilómetros hasta la punta de lanza del frente para entregar un mensaje y detener una ofensiva, que en realidad es una trampa. Tienen unas horas para hacerlo, y si fracasan unos 1.600 hombres, si no recuerdo mal, serán enviados a una masacre segura.
La película, como expone en un cartel en pantalla al comienzo, ocurre el 6 de abril de 1917. Ese día, por cierto, fue el día que Estados Unidos declaró la guerra a Alemania. El movimiento de retroceso alemán ocurrió en la realidad y, probablemente, en un primer momento causó las dudas y desconfianzas que se ven en la pantalla. El retroceso buscaba una mejor posición, no era una retirada propiamente dicha. En esta marcha hacia el este, como es lógico, los alemanes usaron la política de tierra quemada, destruyendo todo lo que pudiera servir a su enemigo. De nuevo, Mendes nos cuenta este hecho directamente.
El abuelo Mendes combatió en la batalla de Poelcappelle, en octubre de 1917. Esta batalla formó parte de la batalla de Passchendaele, una ofensiva aliada. Fue uno de esos casos en los que centenares de miles de hombres fueron heridos o muertos combatiendo por un trozo de tierra que ganaban un día para perderlo al poco tiempo.
En este contexto Alfred Mendes contó a su nieto la historia de un mensajero que debía entregar un mensaje cruzando la tierra de nadie él sólo y hacerlo al amanecer. Y con todo esto el director ha construido la historia, que no es una historia real, pero que está inspirada en un momento concreto y trae a ese momento hechos de unos meses más tarde. Ningún oficial aliado fue tan agresivo durante el retroceso alemán como lo es el personaje de Benedict Cumberbatch en la película 1917.
Desde luego hay mucha realidad en la película: las trampas dejadas al enemigo al abandonar el terreno, el barro, los cráteres, los muertos por todos lados, la diferencia entre las trincheras británicas y alemanas, las ratas…
Por todo esto, la historia real y la película 1917 tiene muchos de relación en común, pero no son coincidentes. Si bien no podemos buscar una historia real detrás de la película, si nos traslada a la Primera Guerra Mundial y nos muestra lo asquerosa, en todos los sentidos, que es la guerra. La pequeña historia particular del abuelo Mendes sobre un mensajero se ha tornado en épica al cambiar el momento, el lugar, la situación y las consecuencias de la entrega o no del mensaje.
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