Se suele decir que El cantor de jazz (The jazz singer), de 1927, fue la primera película sonora de la historia. Esto no es del todo así, y, por otra parte, si tenemos en cuenta la cantidad de diálogos de la película, tenemos que colocarla todavía a medio camino entre el cine mudo y el sonoro. Pero nadie puede negar que la primera frase en la historia del cine le pertenece y además fue toda una predicción.
Alan Crosland dirigió esa película, que fue estrenada el 6 de octubre de 1927. Crosland ya había dirigido un año antes Don Juan, que había sido la primera cinta de cierta duración, después de algunos cortometrajes, con banda sonora y efectos de sonido sincronizados con la imagen. Lo consiguió gracias al sistema de sonido Vitaphone.
Más allá de ese avance técnico relacionado con el sonido, la Warner Bros, la productora, hizo el resto del trabajo de producción como si fuera muda. No tenía diálogos sonoros, sino que estos se mostraban en cartelas, como era habitual en las películas sin sonido. Esto le hizo perder la carrera frente a El cantor de jazz en la historia del cine como la primera película sonora. Eso sí, es probable que ese trabajo le sirviera a Crosland para afrontar el siguiente proyecto con más conocimiento.
Después de esta historia de Don Juan ya vemos que El cantor de jazz no fue la primera película sonora propiamente dicha. No obstante, sí fue la primera en la que se escuchaba a los actores, lo que impactó al público y llevó al mundo del cine a un nuevo estadio. Las producciones mudas no desaparecieron de inmediato, pero antes de 1930 el sonido dominaba ya las cintas que se lanzaban al mercado.
En El cantor de jazz, la música la interpretaba la Orquesta Filarmónica de Nueva York y era parte esencial de la trama. De hecho, no todos los diálogos fueron grabados y muchos se siguieron mostrando en cartelas, como se venía haciendo. La música era la clave sonora de la película y por ello tenemos que decir que es mitad sonora, mitad muda.
En la casi hora y media de duración, tan sólo hay unos dos minutos de diálogos con sonido. El primero de esos diálogos contiene por tanto la primera frase en la historia del cine. Esas palabras son ya parte de la historia del cine y además son perfectas para ser la primera vez que un ser humano hablaba en una película. Tras interpretar el tema Dirty hands, dirty face, al acabar de cantar, Al Jolson dijo:
Un momento, un momento, aún no habéis escuchado nada.
En la versión original el texto era Wait a minute, wait a minute. You ain’t heard nothin’ yet.
Como decía, una primera frase perfecta. Es cierto que en aquel momento todavía no habíamos escuchado nada. Nos quedaba todo por descubrir a los espectadores. De allí a hoy hemos escuchado a gente decir que algo les importa un bledo, que han visto naves ardiendo más allá de Orión, que harán ofertas que no se podrán rechazar o que todos somos contingentes pero el alcalde es necesario. Miles y miles de frases maravillosas que vinieron detrás de esa.
El actor principal era Al Jolson, un tipo nacido en Lituania en 1886, que alcanzó la fama tras la película. Bien merecida, porque todos los diálogos los improvisó él, incluida esa primera frase. Hay otro diálogo importante, entre el protagonista y su madre, también con la música como eje conductor. Esa escena del cantante y su madre es la que inspira el cartel de la película. En 1928, de nuevo la Warner Brothers dio el siguiente paso. Se lanzó una película donde todos los diálogos eran sonoros: Lights of New York. Para todo hay una primera vez. También en el cine. Por ejemplo, hubo un primer beso.
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"Wait a minute, wait a minute. You ain’t heard nothin’ yet."...inglés coloquial que comete el error de usar una doble negación que viola la gramática del inglés.