Lo que nos cuentan en el cine y en la televisión es un círculo que se cierra en el espectador, con su interpretación. El montaje de las escenas puede hacer que cambie lo que percibe, porque es su cabeza la que pone la última pieza del puzle. Esto es la base que está tras el efecto Kuleshov en el cine, un truco con un siglo de historia. Después de conocerlo, recuérdenlo cuando vean realities y otro tipo de programas en televisión, para ser un poco más críticos.
Recordé este afecto hace unos días, hablando sobre el plano secuencia durante una comida. Este tipo de plano en el cine es aquel que se realiza sin cortes, grabando con una cámara y manteniendo la continuidad de la acción. Se pueden hacer efectos de cámara, pero no pueden existir cortes que cambien de plano. Es decir, en una conversación, por ejemplo, no se puede mostrar una cara y a continuación la cara de la otra persona, como se hace habitualmente. En todo caso, se tendría que mover la cámara de una cara a la otra.
Hitchcock, en La Soga, quiso grabar toda la película como un plano secuencia, pero la tecnología de entonces no se lo permitía y utilizó algún truco para camuflar el montaje, como acercarse a la espalda de un personaje y continuar desde ahí. Lógicamente, el plano secuencia hace imposible tomar varias tomas de una escena y seleccionar luego la mejor. Aquí, toda la secuencia es una línea continua, y si hay un fallo se ha de repetir todo desde el inicio.
En Uno de los nuestros, Martin Scorsese lo utiliza cuando el personaje de Ray Liotta entra en el club saludando a la gente. El tema inicial de La La Land, el de la autopista, es otro de los casos recientes y conocidos de plano secuencia. De hecho, podríamos decir que rodar así es como una gran coreografía. Adolescencia, la serie de Netflix que se ha estrenado no hace mucho, hace un alarde al utilizar este tipo de plano en cada uno de los capítulos. Es decir, cada capítulo está rodado de una vez, sin cortes y sin montaje.
Esta forma de rodar podríamos decir que elimina la edición, que es el proceso de selección de planos y su unión, que construye la narrativa final. El montaje es esencial a la hora de hacer una película o un programa de televisión. Puede cambiar la historia, los personajes y arruinar o arreglar una obra. Ya en los primeros cortometrajes del siglo XX se comenzó a utilizar esta técnica de edición. Hace un siglo el director ruso Lev Kuleshov hizo un experimento a caballo entre el cine y la psicología, en este caso, del espectador, que ilustra la potencia de esta técnica.
Kuleshov nació en 1899 en Tambov, en el oeste de Rusia, y fue un pionero en el cine en su país y en el mundo entero. Aportó varias cuestiones al lenguaje cinematográfico, otorgando un valor especial a la edición de las escenas, y dio nombre a un curioso efecto.
El efecto Kuleshov establece que la sucesión concreta de las imágenes cambia la percepción del espectador con respecto a la historia o al personaje. Se entiende mejor con un ejemplo. El director ruso hizo una prueba en la que mostraba diferentes secuencias a una audiencia. Siempre había un plano del actor Iván Mozzhujin, el mismo plano, pero en un caso se combinaba con imágenes de un plato de sopa, en otro caso de un ataúd y en otro de una niña jugando. Como si el actor mirara cada una de estas cosas.
La secuencia mostraba al actor, otra imagen, y al actor de nuevo. A pesar de que la cara de este era la misma en todos los casos, porque era una única grabación, la audiencia percibió en cada caso una expresión diferente en el rostro. Al ver la sopa después de la cara el actor, este parecía hambriento, o triste cuando se combinaba con el ataúd.
Quedó así demostrado que el montaje influye en la historia y en la percepción del espectador, en lo que él atribuye al personaje. Como decía, la historia se construye finalmente en la mente del que mira. Recuerden este efecto Kuleshov la próxima vez que vean un programa de televisión o un documental, donde, con esta sencilla técnica, pueden hacer que alguien sea percibido de una u otra forma.
Como decía, de esto hace un siglo, porque Kuleshov hizo este experimento a principios de los años 20 del siglo XX. Por no irnos tan atrás, aquí les dejo al propio Hitchcock explicando este truco de montaje, con un ejemplo en el que él mismo es el protagonista. No es extraño, porque ya saben que le encantaba aparecer en sus propias películas haciendo cameos.
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Ohhh, pero entonces...¿había cine y peliculas antes del cgi y de las pelis de Marvel? Anonadado me deja, caballero...;-)
Algo debía haber sí. Aunque cada tiempo tiene sus vicios.
Fíjese que no soy nada de Marvel, y casi lo percibo como una falta, por estar perdiéndome algo.
Saludos.