Camilleros en agosto de 1917 |
Una de las imágenes más típicas de la Primera Guerra Mundial, especialmente cuando se trata del frente occidental, es la de las trincheras y el barro. Efectivamente son dos aspectos básicos de esa parte del conflicto. En agosto de 1917, por ejemplo, ocurrió algo totalmente fuera de la común en la zona de Ypres, en Bélgica, donde se estaba dando ese tipo de combate basado en trincheras, artillería y posiciones estáticas. En pleno mes de agosto hubo únicamente tres días sin lluvia, lo que era extraño. Según parece, la cantidad de lluvia caída en aquel mes de 1917 duplica la media de otros años. Lógicamente, aquello acabó por embarrar todo el campo de batalla, cuya situación se hizo aún más complicada al estar sembrado de agujeros hechos por los proyectiles de artillería.
Las carreteras eran un completo lodazal y algunos heridos que cayeron de los atestados camiones en los que eran transportados a la retaguardia, murieron ahogados entre el barro. Según el testimonio de un sargento, eran necesarios seis hombres por camilla para transportar a un herido por aquel terreno. Cuatro de ellos portaban la camilla y los otros dos ayudaban a estos a moverse a través del barro, sacando sus piernas de los agujeros cuando se enterraban. En algunos puntos el barro llegaba a la cintura de soldados. La imagen que acompaña la entrada es bastante ilustrativa.
Para mover cualquier pieza de artillería, por ligera que fuera, se requería un esfuerzo tremendo y llevaba horas avanzar apenas unas decenas de metros. Los agujeros en el suelo, necesarios para protegerse del enemigo, eran verdaderos charcos en los que no se podía estar y hasta se corría el riesgo de morir ahogado entre agua y barro.
Unas condiciones de batalla, como vemos, tremendas, que hacen honor a la imagen estereotípica de la que hablaba al comienzo: barro y trincheras.
Demuestran que es una lucha que poco a poco va desgastando a los propios militares e incluso se puede pensar que peor que la lucha al frente, además de saber que es una etapa de desgaste que poco a poco fue desmoralizando de manera inderecta al soldado combatiente.
Gracias Jacobo por el comentario.
Muy interesante, sobre este asunto, el libro de Ernst Jünger "Tempestades de acero", donde narra sus experiencias en el frente occidental: http://es.wikipedia.org/wiki/Tempestades_de_acero
Saludos.
Duometri, ese libro me lo han recomendado efusivamente y lo tengo en casa, pero aún no le he hincado el diente.
Saludos.
Tiene gracia un momento en el que dice que a ellos (a los soldados) les interesaba mucho la política. A fin de cuentas, lo que ellos hacían era "continuarla por otros medios". Fino sentido del humor, citando a Clausewitz
Algunos por política, otros por obligación, algunos por patriotismo, otros por aventureros… y así podríamos seguir.
Saludos.