Monumentos

Un veneciano, un austríaco y una explosión son los culpables de la ruina del Partenón de Atenas

El Partenón de Atenas se levantó entre el 447 y el 438 antes de Cristo, y todavía se puede ver majestuoso y perfecto en sus formas. Que no esté en mejor situación se lo debemos achacar a a varias causas. Podríamo decir que un veneciano, un austríaco y una explosión son los culpables de la ruina del Partenón de Atenas, cuando estaba en manos otomanas. Así que estos también tuvieron algo de culpa

Antes del que ha llegado a nosotros, había otro templo en ese mismo lugar, pero los persas lo arrasaron en el año 480 antes de Cristo. Fue entonces cuando Pericles y Fidias encabezaron el proyecto para la construcción del que todos conocemos, con la monumental Atenea Partenos como una de sus obras centrales.

Este nuevo templo estaba dedicado a la diosa Atenea y, como era de esperar, en estos más de 2.460 años ha padecido de todo. Desde incendios y todo tipo de ataques, hasta su conversión en mezquita o iglesia. Pero el día en que fue dañado de manera definitiva fue el 27 de septiembre de 1687.

Un veneciano, un austríaco y una explosión son los culpables de la ruina del Partenón de Atenas, aunque también podemos culpar en parte a los otomanos que lo usaron como polvorín

Estaban en esa época los otomanos viéndoselas con algunos países europeos. O quizás deberíamos decir con otros países europeos, porque aquellos habían avanzado hacia el oeste y sus dominios llegaban, entre otros sitios, hasta Atenas y el Adriático.

A ellos se enfrenta la República de Venecia, que en ese año 1687 puso sitio a la ciudad de Atenas. El almirante veneciano Francesco Morosini, conocido como el Peloponnesiaco, y que más tarde sería dux de la República, ordenó un ataque contra la ciudad. Venía de acumular conquistas en los últimos años y ese día de septiembre estaba dispuesto a seguir con la racha de victorias.

Las tropas mercenarias que combatían del lado veneciano estaban comandadas por un austríaco llamado Otto Wilhelm von Königsmark. Cuando la flota de los atacantes estaba en posición frente a la costa, los defensores recibieron una oferta: la entrega de la ciudad a cambio de sus vidas. Después de rechazarla, comenzó el bombardeo de Atenas.

Una vez en ruinas, fue más sencillo expoliarlo

Los otomanos se habían refugiado en la Acrópolis y habían hecho del Partenón un polvorín, acumulando allí gran parte de sus reservas de pólvora. Uno de los proyectiles lanzados por la artillería veneciana fue a parar justo al Partenón y la explosión fue brutal. Se llevó por delante el techo del templo, que había aguantado más de 2.100 años. Y no solo eso, sino que también desaparecieron estatuas, columnas y otros elementos. La ruina.

Es posible que los turcos pensaran que la propia historia del lugar serviría de escudo de defensa, y que los atacantes no se atreverían a bombardear un edificio tan maravilloso como aquel. Obviamente, se equivocaron si pensaron así. Visto desde el otro lado de la moneda, es también posible culpar a los otomanos por usar un lugar como ese como almacén de pólvora y situarlo en cierta medida como objetivo.

Así, podríamos decir que el desastre del Partenón griego es culpa de un turco que lo usó como polvorín, un veneciano que estaba al mando y un austríaco que ordenó bombardearlo. Y podríamos seguir, porque una vez arruinado en parte el lugar, costaba menos saquearlo y llevarse piedras y restos de esculturas a otros lugares. Y ya sabemos el destino que ha tenido parte del Partenón a lo largo de los años.

La foto del inicio, por cierto, la tomé hace unas semanas en una exposición sobre Dimitris Pikionis en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Manuel J. Prieto

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