
A veces las leyendas urbanas llegan tan lejos que acaban por convertirse casi en realidad. Se incorporan a las creencias populares y se citan en todas partes. Hasta en el Congreso de los Diputados como vamos a ver en este caso. Estamos hablando de la leyenda del fresco gallego que dominaba la Península, que hacía referencia a Franco y supuestamente publicó La Codorniz.
La Guerra Civil Española acabó el 1 de abril de 1939 y el país al completo quedó bajo el control de Franco. Dos años después nacía La Codorniz, una revista de humor gráfico que si bien arrancó algo después que la dictadura franquista, aguantó tres años más que esta, hasta 1978. Su eslogan era: la revista más audaz para el lector más inteligente. El primero número se lanzó el 8 de junio de 1941 y tenía la portada que pueden ver en la imagen adjunta, tomada de la BNE.
En la revista participaron muchos personajes que fueron clave en esa época y mucho después, como Mingote, Máximo, Miguel Miura, Manuel Summers, Rafael Azcona, Forges o Gila; por citar algunos.
La leyenda del fresco general gallego que dominaba la Península hace referencia al dictador Franco, que era general y gallego
La censura en tiempos de Franco era un martillo pilón absurdo y poderoso al que no hacía falta tentar mucho para meterse en problemas. De hecho, no fueron pocas las ocasiones en las que La Codorniz se las vio con esa censura. Lo contaba Álvaro de Laiglesia, que fue una de las cabezas de la revista en sus primeros años.
De esos primeros tiempos proviene una leyenda urbana muy extendida. Se dice que en un parte meteorológico la revista publicó lo siguiente: Reina un fresco general procedente de Galicia que tiende a dominar a toda la Península.
Para comprender las segundas intenciones de este parte meteorológico hay que saber que Francisco Franco era general. Es más, era generalísimo. Además había nacido el 4 de diciembre de 1892 en El Ferrol, un municipio del norte de Galicia. Por lo tanto, un fresco general procedente de Galicia se interpretaba como una referencia al dictador.
La segunda parte no requiere mucha explicación. Ese general gallego dominaba toda la península. Aquí la historia patina un poco porque no llegaba a toda la península Ibérica, ya que ahí estaba Portugal. Como decía, todo esto es una leyenda urbana que nunca llegó a producirse.
Recuerden aquello de se non è vero, è ben trovato, como hemos dicho otras veces
La historia completa se suele contar diciendo que la censura impidió la publicación de ese parte meteorológico tan audaz y que a cambio publicaron algo casi igual de atrevido. La respuesta a la imposibilidad de imprimir lo del fresco gallego fue escribir: Bombín es a bombón como cojín es a X. Me importa tres X que me cierren la edición. De nuevo, esto es falso.
No es raro ver esta historia repetida. Ya les decía que hasta en el Congreso de los Diputados alguien la citó, aunque no decía que la hubiera publicado La Codorniz. Únicamente mencionaba que era común escuchar eso en Cataluña en tiempos franquistas.
Han hecho buena carrera estas leyendas urbanas, como otras muchas. Por ejemplo, ya saben Shackleton nunca puso el famoso anuncio en el Times buscando hombres. No como el anuncio de Malaspina, que es como el de Shackleton, pero cierto. En cualquier caso, es tan buena esta historia de La Codorniz y Franco, que merece la pena conocerla y hasta utilizarla de vez en cuando.
En la Venezuela de la década de los años 20 del siglo XX, bajo la larga dictadura del general Juan Vicente Gómez hay dos anécdotas parecidas, pero esas sí son verídicas.
En ambos casos se trata del mismo humorista y activista político Leoncio Martínez «Leo», quien, entre otras obras, fundó y dirigió el semanario humorístico «Fantoches», en el cual también publicaba sus caricaturas.
Es el caso que en una de sus caricaturas, Leo coloca a un glotón al que un árabe, con acento árabe, le preguntaba “¿hasta guando gomes?” (por la comida); lo que bastó para una de las muchas temporadas de cárcel para Martínez.
En otra ocasión, en Caracas habían ocurrido algunos atropellamientos de personas que descendían de los tranvías por el lado izquierdo, hacia la vía, en lugar de por la derecha, hacia la acera. Por tal razón, las autoridades decidieron colocar sendas cadenas en las salidas del lado izquierdo de los tranvías (que no tenían puertas, similares a los que todavía se mantienen en la ciudad de San Francisco en los EUA). Entonces, Leo publicó una caricatura de un tranvía en esas condiciones, pero con la leyenda «las izquierdas encadenadas», clara alusión política que, de nuevo, lo llevó a la cárcel.
Vale aclarar que Gómez no fue más severo contra Leo por ser éste de una familia rica e influyente.