A lo largo de los siglos siempre ha habido corrupción. Es un hecho. Esto no debería servirnos de consuelo, sino todo lo contrario, debería enrabietarnos porque avanzamos en muchos ámbitos y en este todavía arrastramos los pies. Leyendas o historias como la de Zalueco y el pago por otorgar un indulto nos parecen aleccionadoras, pero son rarísimas. Sin ir más lejos, este caso de Zaleuco de Locri podría haberlo aplicado sobre sí el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que acaba de aprovechar su posición para indultar a su hijo unas pocas semanas antes de salir de la Casa Blanca.
Es cierto que la figura de Zaleuco de Locri está rodeada de cierta leyenda, así que tomemos esta historia casi como una parábola o un fábula. Este hombre fue un legislador griego del siglo VII a.C. y fue el creador de uno de los primeros códigos de leyes griegos. Como vamos a ver, no sólo vivía de la justicia sino que trataba de actuar con justicia.
Según parece un hijo de Zaleuco cometió un delito, no se sabe bien cuál, pero el caso es que fue juzgado y encontrado culpable. Se le impuso la pena de ser cegado, de que perdiera los dos ojos a manos de la justicia. Zaleuco tenía la potestad, por su posición, de indultar a su hijo, y así se lo recomendaban unos y otros. Le incitaban a que se aprovechase de su cargo para no dejar ciego a su hijo. Pero su sentido de la justicia prevaleció.
No era una decisión fácil, ya que por un lado estaba el padre y por otro el hombre de leyes. Cada uno con su interés. Al final Zaleuco decidió actuar como ambas cosas y como ninguna a la vez. Concluyó que iba a perdonar a su hijo, a medias, y que también a medias iba a culparse a sí mismo por haberlo educado mal. Determinó que cada uno de ellos perdería un ojo. Uno pagaría así por el delito cometido y el otro por haber educado a un hombre que delinquía.
Imaginen por un momento que Joe Biden o cualquier otro político que tuviera la capacidad de indultar, tuviera que hacer suya una parte de la condena como pago por esa decisión. Ya no digo asumir la mitad de la condena, como el griego del que hablábamos, sino cargar con algo. Esto es, que no fuera gratis total aplicar indultos. Quizá sería interesante ese planteamiento, que por otra parte es utópico, lo sé.
Esta historia me ha recordado a algo que oí sobre el periodismo español. Hace ya unos años, cuando Pedro J. Ramírez todavía dirigía el diario El Mundo, me invitaron al lanzamiento de su versión digital de pago. En la conversación salió la pregunta de por qué no existía una plataforma común a varios periódicos españoles, donde el lector pagara una vez y pudiera leer los artículos que le interesaran de eso varios periódicos. Pedro J. dijo que, en la prensa española, si apareciera un genio y le ofreciera a un director de un periódico cualquier deseo, con la única condición de que le daría el doble a su competencia, ese director pediría que le sacaran un ojo.
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Sí; que El Señor te de el doble de lo que me desees.