El amante de Lady Chatterley es una novela de David Herbert Lawrence, que como otras muchas nos suena a todos, aunque no sepamos nada más de ella. Es otro caso de esos en los que una obra pasa de su ámbito, en este caso la literatura, a la cultura popular. En ese viaje hasta la popularidad tuvo mucho que ver que fuera prohibida y juzgada. El amante de Lady Chatterley o el escándalo como marketing, es una lección que muchos han seguido después.
El amante de Lady Chatterley o el escándalo como marketing para conseguir una publicidad impagable
Escrito en 1928, fue el sexo el motivo principal de que se convirtiera en un libro prohibido en Inglaterra. Sus narraciones al respecto eran demasiado explícitas para la época y la moral británica. Aunque consiguió publicarse en otros lugares, en Inglaterra apareció en 1932, si bien en una versión censurada en la que se habían eliminado muchos pasajes. Lo más escandalosos, como es lógico. En definitiva, uno más de los muchos libros que han sido censurados por un motivo u otro.
Hasta 1960 no se lanzó la versión completa, y entonces los hombres de la editorial Penguin hicieron una acción de marketing que ha de calificarse como audaz, cuando menos. Allan Lane, uno de los editores responsables de la edición, que tenía una tirada de 200.000 ejemplares, fue a los tribunales para provocar que juzgaran su propia publicación.
Envío al fiscal unos ejemplares de la obra para que pusiera en marcha, supongo que actuando de oficio, un proceso judicial contra la publicación de El amante de Lady Chatterley. La editorial, la obra y los editores se vieron así en las primeras páginas de los periódicos y en la boca de todos, recibiendo una enorme publicidad gratuita. Decía antes que la acción era audaz, pero también era arriesgada, ya que los editores podrían incluso tener pena de cárcel.
En aquel juicio se hizo popular una frase que utilizó la acusación: ¿Es este el libro que usted quisiera que leyera su mujer o sus criados?
Fue un éxito enorme de ventas gracia en gran medida a esa acción de marketing de guerrilla, que se diría ahora
En el juicio se discutió si la literatura se podía censurar por lo que decía. Se habló de si el arte tenía que estar por encima de la visión de corto alcance de algunos hombres y sus leyes sobre las obscenidades… y al final, la obra y sus responsables fueron absueltos. La jugada de marketing de Penguin salió perfecta y el éxito de ventas fue inmediato.
Cuando hablamos de éxito de ventas no estamos antes un best-seller cualquiera. Esta obra está entre las primeras posiciones en ventas en toda la historia. Y cuando decíamos que el éxito fue inmediato, tampoco exagerábamos. El primer día que se puso a la venta se agotó la edición. Al final en 3 meses habían vendido más de 3 millones de copias. Es uno de los ejemplos que cita Sergio Vila-Sanjuán en su Código best-seller. Y el éxito sigue. Uno de los ejemplares de libro usados en el juicio salió a subasta hace unos años en Sotheby’s. El precio superó los 70.000 euros.
Piensen ahora en las sombras de Grey, en Instinto Básico, y en otras tantas obras que usaron el escándalo para conseguir una publicidad que de otro modo hubiera costado millones.
Foto: NYTimes