Segunda Guerra Mundial

La isla alemana que arrasaron los aliados durante y después de la guerra

Heligoland es una pequeña isla alemana en el mar del Norte que protagonizó algunos bombardeos que merecen una curistoria, tanto durante la Segunda Guerra Mundial, como después. Fue arrasada en 1945, y en 1947 se explosionaron allí las bombas y munición de la que se querían deshacer los británicos, causando la explosión no nuclear más importantes de la historia. Su situación geográfica hizo de Heligoland la isla alemana que arrasaron los aliados durante y después de la guerra, antes de devolverla a los alemanes.

Heligoland, la isla alemana que arrasaron los aliados durante y después de la guerra, es pequeña pero su lugar en el mar del Norte es crítico

A pesar de sus 1,7 kilómetros cuadrados, su situación en el mar del Norte la ha convertido a lo largo de la historia es un foco de rivalidades. Danesa durante un tiempo, acabó en manos de Reino Unido en las guerras napoleónicas. En 1890, como parte de un tratado entre el imperio alemán y el británico, la isla pasó a manos de los primeros. Como territorio alemán llegaría a la Segunda Guerra Mundial.

Se usó como base naval por los alemanes, y eso la puso en el punto de mira de la RAF en la Segunda Guerra Mundial. La primera bomba aliada sobre territorio puramente germano en esta guerra cayó en Heligoland, a finales de 1939. Si bien, es cierto que aquella batalla sobre Heligoland no fue muy bien para los aliados. Pero esto es sólo el principio de la historia.

A mediados de abril de 1945, cuando la guerra en Europa ya estaba en sus últimas semanas, los aliados atacaron la pequeña isla con una fuerza realmente devastadora. Cerca de un millar de bombarderos lanzaron unas 7.000 bombas. Algo realmente desproporcionado para un territorio tan minúsculo. Todos los edificios, salvo en faro, acabaron destruidos. Y tan solo un árbol quedó en pie. Las tropas alemanas fueron arrasadas, aunque la mayor parte de los pocos civiles de la isla consiguieron sobrevivir gracias a los refugios subterráneos. Tras aquello, la isla fue evacuada por los alemanes para lo que restaba de guerra y quedó a merced de los británicos. Y esto no fue el fin de la historia.

La explosión de 1947 en Heligoland se conoce como Big-Bang y no es una mala metáfora

Los británicos la hicieron suya tras la guerra por los británicos y la usaron para algunos experimentos militares. El momento álgido de todo esto llegó en 1947, de nuevo en el mes de abril, con la mayor explosión no nuclear que había tenido lugar hasta el momento. Los británicos seguían controlando Heligoland y eligieron el lugar para deshacerse de todos los proyectiles y munición sobrante de la guerra y que ya eran casi inútiles. El objetivo era aprovecharlos para destrozar todos los bunkers e instalaciones militares subterráneas del lugar. Casi 7.000 toneladas de explosivos se pusieron sobre la mesa. Algo que dejó pequeño a la enorme explosión de la bomba que mató a Joe Kennedy y que ya les conté hace un tiempo.

Los antiguos habitantes alemanes de Heligoland, que habían dejado la isla en 1945, no habían podido volver a ella pero gran parte no se había instalado muy lejos y podían ver la isla desde la costa. Los británicos avisaron de la acción con anterioridad, para que, aun a kilómetros de Heligoland dentro del continente, se tomaran precauciones. Se pedía dejar las puertas y ventanas abiertas para que el impacto no afectara a las construcciones. Muchos antiguos habitantes de Heligoland se acercaron a la costa para ver cómo se destruía su antiguo hogar. Temían incluso que la propia isla desapareciera.

La operación británica se conoce como Big-Bang, lo que parece un nombre adecuado si tenemos en cuenta el tamaño de la explosión. De hecho, hoy todavía se puede ver el daño que dejó sobre el terreno. Recuerda a aquella historia de hacer geografía y demografía con las bombas, todo de una vez. Hay una grabación del hecho, y son espectaculares.

En 1952, el 29 de febrero, la isla volvió a manos alemanas y entonces algunos de sus habitantes originales regresaron. No sin pasar antes por un trabajo de reconstrucción y limpieza del lugar, donde aún había proyectiles sin explotar. Hoy viven allí menos de 1.500 personas, pero los turistas que la visitan son más de 350.000 cada año.

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