Cayo Julio César murió apuñalado en el Senado en los idus de marzo del año 44 antes de Cristo. El 15 de marzo. Acababa ahí su vida, que había estado repleta de guerras, política y luchas de poder. Había conquistado la Galia y había llevado a Roma por primera vez a Britania y a Germania. Había vencido en Hispania y en la guerra civil contra los pompeyanos. Pero su famosa frase Vine, vi y vencí no la dijo (o la escribió) por esas rutilantes campañas, sino por una victoria, quizá menor, en la actual Turquía.
Tres años antes, en el año 47 a.C., el general romano había viajado a Egipto y tuvo su famoso amor con Cleopatra, fruto del cual nacería un hijo, Cesarión. También allí combatió y salió vencedor. Pero tampoco fue en ese caso cuando dijo la cita que hoy nos ocupa. Sería poco después.
A la vuelta de Egipto, se dirigió a Asia Menor, en el norte de la actual Turquía, donde el rey Farnaces II del Ponto había aprovechado la guerra civil entre el propio César y Pompeyo para intentar ganar terreno y poder. Quizá este rey interpretó que la República estaba demasiado ocupada devorándose a sí misma como para tener tiempo de enfrentarse a él y sus partidarios. Pero se equivocó. El líder romano no dejó pasar aquella acción y sus legiones se pusieron en marcha para encontrarse con el rey asiático.
Fue una campaña breve, de menos de una semana. El combate final tuvo lugar a principios de agosto de ese año 47, en la actual Zile, en Turquía. La batalla de Zela, como se conoce, fue rápida. Las fuerzas estaban igualadas en número, pero el resultado llegó de forma expeditiva. Los romanos arrasaron a las tropas de Farnaces en unas horas.
Tras la batalla, César escribió una carta a un amigo contándole el desenlace de la batalla. La carta tenía tan solo tres palabras:
O al menos eso es lo que nos dice Plutarco en sus Vidas Paralelas (afiliado). Las escribió en latín, y siguiendo con la misma fuente: “teniendo [las palabras] una terminación muy parecida, son de una graciosa concisión”.
Suetonio, por su parte, cuenta en Las vidas de los doce césares (afiliado) que en el desfile de la victoria celebrado en Roma al año siguiente el dictador exhibió un gran cartel (titulus) con las tres famosas palabras:
VENI, VIDI, VICI
Hay un detalle interesante en toda esta historia. Farnaces II del Ponto era hijo de Mitrídates el Grande, uno de los enemigos de la República más duros de vencer. Pompeyo había derrotado a Mitrídates después de una campaña larga y complicada. Por lo tanto, no hay que descartar que César tirara de este modo una pequeña pulla a su enemigo Pompeyo, ya muerto por estas fechas. Él había ganado con facilidad donde Pompeyo había sufrido. Como decía, una frase ocurrente y con un aire propagandístico.
El lugar de la batalla tampoco fue casual, ya que allí había vencido Mitrídates a los romanos y estos querían así borrar aquel deshonor.
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