Debido al bloqueo del canal de Suez (recuerden que el primero en cruzar el canal de Suez fue un inglés que hizo trampas), en los últimos días parece que el tráfico por el cabo de Buena Esperanza ha aumentado. Ya están lejos los tiempos en los que navegar era una aventura muy arriesgada, pero a partir de ahora quizás algunos marineros puedan llevar un aro como pendiente y cenar a bordo con dos pies sobre la mesa. Y es que dice la leyenda que navegar el cabo de Hornos permitía llevar un aro como pendiente, y lo mismo con el cabo de Buena Esperanza. También pueden, como decía, poner los pies sobre la mesa durante la cena.
Navegar el cabo de Hornos permitía llevar un aro como pendiente y poner los pies sobre la mesa en la cena, y lo mismo con el de Buena Esperanza
El cabo de Hornos es el extremo meridional de América, el pico más al sur, aunque más al sur todavía hay alguna isla. Si el canal de Suez evita que muchas rutas tengan que pasar el sur de África por el cabo de Buena Esperanza, el canal de Panamá hizo esto mismo con el cabo de Hornos. Durante siglos, el cabo de Hornos era la ruta natural, junto con el estrecho de Magallanes, de miles de barcos mercantes. Era la forma de pasar del Atlántico al Pacífico, de ir de Europa a Asia e incluso de una costa a otra de Estados Unidos. Esto cambió en 1914, cuando se inauguró el canal de Panamá.
Parece que los marineros jóvenes tenían en Hornos algo así como su bautismo de fuego. Aunque uno bien podría haberse destrozado las manos a bordo veinte veces antes de pasar por allí. Pero es una zona peligrosa y, además, algo así como un punto de inflexión geográfico, lo que lo convirtió en mítico. Se estima que en torno al cabo de Hornos, entre los siglos XVI y XX, se hundieron unos 800 barcos, llevándose con ellos unas 10.000 vidas.
La ruta no debía ser fácil porque dice la tradición que aquellos marineros que habían logrado navegar el cabo de Hornos, unir el Pacífico y el Atlántico, podían lucir un aro de oro en su oreja izquierda. Y no era este el único privilegio que les otorgaba esa experiencia marítima, sino que también podían cenar a bordo con un pie sobre la mesa. Si además ese marinero cruzaba también alguna vez el cabo de Buena Esperanza, podría poner los dos pies sobre la mesa y ponerse otro anillo en la otra oreja.
Un marinero con un pendientes de aro en cada oreja había pasado el cabo de Hornos y el de Buena Esperanza
La verdad es que la leyenda varía de unos lugares a otros. En ocasiones el pendiente en la oreja sólo se puede poner cuando se navega el paso al sur de América. Otras veces el pendiente se pone también si se navega al sur de África, por el cabo de Buena Esperanza. En algunas la licencia permite cenar con los pies sobre la mesa. En otras, se permiten saltarse otras normas de etiqueta a bordo.
Así, en términos generales podemos decir que un pendiente quiere decir que el marinero ha navegado por uno de los cabos, y dos pendientes que lo ha hecho por ambos. Lo mismo si lo vemos cenar con uno o dos pies sobre la mesa.