Literatura

Los rechazos editoriales de El señor de las moscas de William Golding y cómo un editor lo cambió

William Golding y Charles Moneith

La lista de obras literarias, discos e ideas de todo tipo que hoy son un éxito universal y que fueron rechazadas en sus comienzos es extensa. Podemos ir del disco Tubular Bells de Mike Oldfield a la primera novela de Harry Potter, por tomar algún ejemplo muy conocido. Y esto es una pista para sospechar cuántas maravillas habrán quedado por el camino por la decisión de un editor que envió una carta de rechazo que recibió un escritor poco perseverante. Los rechazos editoriales de El señor de las moscas de William Golding es un caso paradigmático.

Los rechazos editoriales de El señor de las moscas de William Golding fueron 21

En otras ocasiones un editor ve el oro dentro de la roca y, sabiendo que habrá trabajo que hacer, es capaz de echarle la mano por el hombro al autor y comenzar un trabajo de ayuda, casi de coautoría sobre la obra en cuestión. De nuevo El señor de las moscas y el editor que cambió el libro nos sirve de perfecta muestra.

Es un caso curioso este del británico William Golding y su obra más conocida, que es también su primera novela: El señor de las moscas. Golding acabó su escrito en el otoño de 1952 y lo tituló Los extraños que llevamos dentro. Pero ni siquiera eso era definitivo, porque el autor manejaba varios títulos como posibles. La bestia de la jungla, Una isla propia, Esta es mi isla, Juegos y diversión o Una isla llena de ruidos.

Siempre me ha resultado interesante esta relación de los autores con sus obras y cuándo ponerle punto y final de verdad. La clave MPS de Juan Ramón Jiménez es un caso claro de ese trabajo constante.

La obra más famosa de Golding, premio Nobel de Literatura, tuvo a un editor como aliado clave para mejorarla

Para el que no haya leído el libro, sepa que transcurre en una isla desierta en la que se estrella un avión cuyo pasaje son principalmente niños. Sólo ellos sobreviven, ningún adulto. A partir de ahí, se genera una sociedad y unos roles determinados entre esos niños que están solos en el mundo.

Recuerden que William Golding ganó el premio Nobel de Literatura en 1983. Se le concedió por sus novelas que, con la perspicacia del arte narrativo realista y la diversidad y universalidad del mito, ilumina la condición humana en el mundo de hoy en día.

El manuscrito de la obra pasó por unas cuantas manos entre editoriales y agentes. Se dice que hasta 21 de ellas la rechazaron. Las editoriales tienen lo que se conoce como lectores profesionales, que leen los manuscritos y emiten valoraciones sobre las que se apoyan y orientan quienes toman la última decisión sobre si se debe publicar o no una obra. Las notas que dejó la lectora profesional en el margen superior izquierdo de la carta de presentación de Golding que acompañaba al manuscrito de El señor de las moscas, decía:

Época: el futuro. Fantasía sin sentido y aburrida sobre la explosión de una bomba atómica en las colonias. Un grupo de niños aterriza en la jungla, cerca de Nueva Guinea. No vale nada. Es insulso y absurdo.

El editor Charles Moneith vio el potencial de la obra de Golding a pesar de los fallos de estructura y trama que tenía

Por suerte para Golding, un joven editor recién llegado a la editorial Faber leyó el manuscrito que entonces, como hemos dicho, se titulaba Los extraños que llevamos dentro. Tenía defectos, como un exceso de comas o la forma de expresarse de algunos personajes. Pero lo más importante era el problema de estructura que, a juicio del editor, tenía lo que había escrito Golding. Habría que eliminar alguna subtrama y hacer más creíble la evolución de algún protagonista. Charles Moneith, ese joven editor, quería tirar de ella hacia adelante contra la opinión de la lectora profesional y contra la opinión de otras personas de la editorial con más experiencia y responsabilidad que él.

A pesar de todo, le autorizaron a trabajar con Golding en el texto. Discutieron, contrastaron puntos de vista y finalmente firmaron un contrato. Ahí fue cuando se le cambió el título y apareció El señor de las moscas, idea de otro de los editores de Faber. En septiembre de 1954, un año después de que enviara el manuscrito, Golding vio por fin su libro publicado. Una obra que hoy es un clásico, se recomienda en los colegios y ha sido llevada al cine.

No acaba ahí la cosa, cuando la obra se intentó vender en Estados Unidos por parte de la británica Faber, fue de nuevo rechazada por 12 editoriales del otro lado del Atlántico antes de que una se hiciera con los derechos. Era Coward-McCann y no se arrepintió.

Golding siguió publicando con Faber durante el resto de su vida y su editor siguió siendo Charles Monteith, el que había visto el potencial y el que había ayudado a Golding a pulir su primera novela.

Por cierto, que Goldwing sirvió en la Royal Navy durante la Segunda Guerra Mundial y tomó parte de acciones como el desembarco de Normandía y la persecución y hundimiento del Bismarck.

Fuente: Cómo piensan los escritores, de Richard Cohen. Fuente de la foto: Belfast Telegraph

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