Juan Carlos I, el entonces rey de España sin más adjetivos, soltó el 10 de noviembre de 2007 su famoso ¿Por qué no te callas? Se lo espetó al presidente venezolano Hugo Chávez en una cumbre iberoamericana y a pesar del tenso momento, la cosa no llegó a más y, si no recuerdo mal, acabaron haciendo las paces con el tiempo. Tan sólo cuarenta años antes unas palabras semejantes acabaron algo peor. Fueron el detonante de un duelo a espada entre dos diputados en Francia en 1967. He dicho sólo cuarenta años antes, en 1967, y he dicho Francia.
Este duelo a espada entre dos diputados en Francia en 1967, fue el último duelo de este tipo en Europa
Concretamente fue el 21 de abril de aquel año cuando los diputados Gaston Defferre y René Ribière cruzaron sus aceros, como se diría en una novela de época. Lo hicieron a la vista de sus padrinos y con un buen número de periodistas como testigos más o menos ocultos. El día anterior, durante una tensa asamblea, los diputados franceses se daban voces unos a otros, pataleando el suelo y golpeando las mesas. Nada a lo que no estemos acostumbrados. Entonces, Deffere, socialista y que había sido alcalde de Marsella durante tres décadas, le dijo a Ribière: “Cállate, idiota”. En francés de Marsella: Taisez-vous abruti! Algo no muy lejano a lo que dijo el rey Juan Carlos I a Chávez.
Pero Ribière no se lo tomó como el venezolano y le preguntó iracundo a Deffere si con esas palabras se estaba refiriendo a él. Cuando le contestó el otro que sí, exigió una reparación. Es algo anacrónico para la Francia de 1967, aquella que poco después buscaría la playa bajo los adoquines, pero estaba retando a su oponente político un duelo.
En unos minutos ya tenían todo planeado para enfrentarse al día siguiente, cada uno con sus padrinos y todo lo demás, como manda la liturgia. El presidente de la república y el de la Asamblea trataron de parar el despropósito, pero no lo lograron. Uno se empeñaba en hacerlo por su honor, Ribière, y el otro, Deffere, no se echaba para atrás, aunque él mismo admitiera que aquello era estrambótico. Eligieron espada en lugar de otro tipo de arma, como podía ser una pistola, lo que parece una buena idea porque ninguno de los dos sabía pelear con ella.
A pesar de toda la liturgia, el espectáculo fue un poco patético
A la mañana siguiente tuvo lugar el duelo en el jardín de una mansión. Cada uno llevó su pareja de espadas, si bien Ribière, el que defendía su honor, llevó espadas sin punta. Deffere, el que había ofendido, se negó a usar espadas sin punta y acabaron usando las que había llevado este último, con punta. En cualquier caso, el duelo fue a primera sangre, no a muerte.
Sin corbata, con camisa blanca, en un jardín, con árbitro de combate… hasta que comenzó la pelea todo parecía algo de novela. Con padrinos pactando reglas, armas de época, normas pactadas… Y digo hasta que comenzó la pelea porque como era de esperar, la lucha de dos inexpertos espadachines fue más bien patética. Aún así, a primera sangre lucharon cerca del mediodía.
Y la primera sangre que brotó fue la de Ribière, el ofendido. Y también la segunda sangre, porque al poco de comenzar ya había recibido dos estocadas en su brazo y el árbitro dio por finalizada la liza. Fue poca cosa la sangre, pero lo suficiente para dar el tema por cerrado.
Por cierto, que ese mismo día del duelo Ribière se casaba. Como el médico afirmó que las heridas no eran serias, la boda siguió adelante.
Es una historia entre divertida y asombrosa, esta de que dos políticos se batan en duelo con espada en Francia en 1967. En una democracia moderna y de esas que todos tomamos por seria. Por supuesto, hay vídeos del combate. En España somos tuvimos algo parecido un siglo antes: el duelo a pistola por el trono de España que perdieron los dos duelistas.