España

Pagar impuestos por la orina, ya ocurrió en el pasado

No pocas veces alguno ha dicho aquello de que algún día nos van a cobrar hasta por respirar. Viendo cómo está la higiene del aire, quizás algún día lo hagan y tenga sentido. Pero lo que no es una posibilidad, sino que fue una realidad, es pagar impuestos por la orina. No por orinar, sino por la orina. La utilidad de esta en varias cuestiones la convertía en un bien suficientemente preciado como para ser gravado.

El dinero no huele mal, aunque provenga de la orina

Ya les comenté este tema hace casi una década, para explicarles el origen de la frase el dinero no huele mal. Se la dijo Vespasiano a su hijo Tito. Precisamente para explicarle que, a pesar de provenir de la orina, esos impuestos eran tan buenos como otros. Pero, veamos por qué la gente estaba dispuesta a pagar por usar la orina.

Las utilidades eran muchas. Por ejemplo, las tintorerías romanas de la época, siglo I, almacenaban orina y esperaban a que se convirtiera básicamente en amoniaco. Con este producto, mezclado con otros, se lavaban las prendas. Las togas blancas se empapaban bien y se pisaban hasta que quedaban limpias. Luego, eso sí, se enjuagaban para que el olor del producto de limpieza, especialmente la orina, desapareciera.

El impuesto de Vespasiano, el urinae vectigal, como se llamaba, no sólo iba contra los lavanderos. En las fullonica, que era el nombre que recibían los comercios dedicados a la lavandería y a la tintorería, se pagaba, pero también lo hacían otras empresa del ramo textil. En la Cloaca Máxima, que era pública, recolectaban la materia prima, y cualquiera que la comprara debía abonar la tasa correspondiente.

Los curtidores de pieles eran otro gremio que necesitaba del líquido amarillo. De nuevo las condiciones químicas de la orina, cuando se transforma una vez expulsada, eran perfectas para curtir las pieles y suavizarlas.

Pagar impuestos por la orina era necesario en la industria textil

El mundo textil, en tiempos romanos, parece que tenía una relación estrecha con la orina. El albayalde, era un pigmento blanco que se ha utilizado durante siglos. Se utilizaba en la pintura, pero también para teñir tejidos e incluso como maquillaje, en aquel tiempo. La base era el plomo, por lo que ya supondrán lo tóxico que era. A pesar de esa toxicidad, se ha estado utilizando hasta el siglo XIX, aunque hoy está prohibido. La orina se utilizaba para fijar el color, ya que su acidez favorecía este proceso.

El albayalde, que, como decía, ha estado presente en el arte durante años, no sólo está relacionado con la orina, también con el estiércol. El procedimiento utilizado para elaborarlo consistía en poner vinagre y láminas de plomo en unos agujeros o recipientes llenos de estiércol fresco. Los vapores de este reaccionaban con el ácido del vinagre y generaban ese polvo blanco proveniente del plomo que se usaba como pigmento.

Es obvio que Andy Warhol no comenzó la relación entre el orín y el arte, aunque quizás ha sido el artista que más partido le ha sacado.

Tanta utilidad tenía la orina, que no es de extrañar que se cobrara por ella. Al fin y al cabo, las grandes cloacas eran públicas y era el lugar perfecto para hacerse con esa materia prima. Por cierto, parece que Vespasiano ha quedado para siempre unido a la orina. Los urinarios públicos en francés son los vespasiennes y en italiano los vespasiani.

Curistoria

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