Escribo en el día de las librerías sobre este libro, titulado Memorial de los libros naufragados, escrito por Edward Wilson-Lee. Y es un buen día para hacerlo porque es un libro sobre un proyecto de biblioteca y de conocimiento del siglo XVI sin parangón en su época, y en mucho más tiempo. Pero no sólo esa coincidencia hace que escriba esta reseña. Ya saben que aquí sólo recomiendo libros, no hablo de cosas que no me gustaron. Bien, pues este Memorial de los libros naufragados, de Edward Wilson-Lee es el libro que más he disfrutado de lo que he leído en lo que va de 2019.
El libro de Wilson-Lee tiene como protagonista a Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, y su proyecto de crear una biblioteca universal y, lo más interesante, crear la forma definitiva de organizarla y hacerla útil. Sabía que buscar era un problema y clasificar el conocimiento también, por eso creó y descartó formas y métodos para ir mejorando. Contrató lectores que resumieran y reseñaran brevemente los libros para hacerlos más accesibles, usando un lenguaje de marcas propio para enriquecerlo. Un trabajo ímprobo, un proyecto de toda una vida.
Sólo el personaje, Hernando Colón, merece un libro, por su convencimiento en sus ideas, su devoción al conocimiento, su consistencia… pero es que además tenemos en el mismo paquete tenemos una magnífica narración de la industria del libro en el siglo XVI. Es más, tenemos también una ilustrativa sonda a la filosofía de ese siglo, a personajes claves en la cultura de entonces y a la política y relaciones entre países.
Las ramas que Wilson-Lee va abriendo hacia otros temas y las anécdotas y pequeñas historias que salpican el texto, resultan es una lectura grata y enriquecedora. Es una gran obra de divulgación y de investigación, pero que esto no eche a nadie para atrás, se lee con disfrute y sin perderse en disertaciones o desvaríos. Es uno de esos ensayos que puede leer cualquiera, sobre una historia y una vida casi increíbles.
La historia de la biblioteca de Hernando y cómo la creó, es maravillosa y debería ser mucho más conocida. Así como el personaje. Hace unos días ya les hablaba de él en la entrada sobre el pasquín y la estatua de Pasquino, el Twitter del siglo XVI. Pues abusando de absurdas comparaciones, estamos ante el tipo que intentó crear Google en el siglo XVI, basado en libros, pero que también tenía música y estampas. Hernando trató además de cartografiar y documentar España, sirvió al reinado en varios pleitos y creó una forma de que los libros llegaran a su casa sevillana de manera continua y natural desde las principales ciudades europeas. Como si fueran ratas atraídas por la flauta de Hamelín.
A pesar de que, como decía, sólo hablo en Curistoria de libros que recomiendo, en este caso lo hago con un punto adicional de entusiasmo. Un libro que habla de libros siempre me gusta, pero uno que lo hace así y cuenta una historia tan sorprendente, me gusta aún más. Bien editado por Ariel y con unas cuantas ilustraciones repartidas a lo largo de las páginas, es un libro sobre bibliotecas e historia que merece estar en las nuestras. En nuestra biblioteca y en nuestra historia de lecturas.
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