Me he encontrado con la curistoria que voy a contarles hoy en el magnífico libro Memorial de los libros naufragados, escrito por Edward Wilson Lee. Ya le dedicaré una entrada completa al libro, que es una lectura muy recomendable. Contando cómo Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, reunió una biblioteca enorme y buscó métodos para organizar los libros y su contenido, tenemos además una biografía magnífica y mil y un detalles e historias sobre las primeras décadas del siglo XVI. Merece una entrada ad-hoc, que llegará, pero les recomiendo ya su lectura. Entre las muchas cosas que he descubierto y aprendido con el libro de Lee, está el origen y la relación de la palabra pasquín y la estatua de Pasquino, el Twitter del siglo XVI.
El pasquín aúna humor y crítica, todo en uno
En estos días de elecciones y propaganda política, además, es una palabra de actualidad. La primera acepción que la RAE indica que es un escrito anónimo, de carácter satírico y contenido político, que se fija en sitio público. Su origen se remonta a Roma, pero no a la Roma clásica, sino al siglo XVI. Y no porque en la época clásica no hubiera ya este tipo de escritos políticos.
Cerca de la Studium Urbis, la universidad más antigua de la ciudad de Roma, había una estatua clásica, un poco deteriorada. Aquel lugar comenzó a ser el tablón de anuncios donde muchos dejaban textos que criticaban a algunos políticos y a otros hombres de poder. Lo hacían con humor, en forma de sátiras, habitualmente. Los políticos, como decía, eran uno de los principales focos de los escritos, pero también lo eran los cardenales, el papa y otros personajes relevantes de la ciudad.
El pasquín y la estatua de Pasquino, el Twitter del siglo XVI
El origen de la palabra pasquín se debe a que esa estatua en la que se colgaban los textos para que se hicieran públicos, era conocida como Pasquino. La estatua propiamente dicha es clásica, del siglo III antes de Cristo, probablemente. En el año 1501 fue colocada en el mismo lugar que ocupa todavía hoy y poco después comenzó a servir como punto de publicación de las sátiras, de los pasquines. Costumbre que aún perdura en cierta medida.
Muchos de los textos que pasaban por el pedestal del Pasquino estaban en verso, y seguro que no pocos eran muy ocurrentes. Por esto no es extraño que en 1509 un impresor hiciera una recopilación de los mejores, bajo su punto de vista, e hiciera un libro.
Es interesante ver cómo ese punto de publicación de textos aúnaba la diversión con la crítica política y social. Permitía a aquellos que no disponían de otro lugar, hacer que sus ideas escritas se leyeran. Y de igual forma, permitía a los que sí tenían otro lugar para hacerse oír, pero no podía decir algunas cosas por prudencia, miedo o decencia, decirlas sin quedar retratados con nombre y apellidos. En definitiva, la estatua de Pasquino era la versión en la Italia del siglo XVI del Twitter actual.