En los últimos días se ha hablado mucho, de nuevo, de Franco, debido a que el Tribunal Supremo ha dejado ya expedito el aspecto legal para que el dictador salga del mausoleo de la sierra madrileña. Ese mausoleo que es el Valle de los Caídos, del que hace mucho les conté 12 curiosidades. También se ha hablado de los últimos fusilamientos de la dictadura franquista, que fueron el 27 de septiembre de 1975. Poco después de estos hechos, el 1 de octubre de 1975, Franco hacía su última aparición y por tanto pronunciaba sus últimas palabras en público antes de morir.
De los juicios militares y sumarísimos salieron 11 condenas a muerte, aunque Franco liberó a 6 de ella a la vez que a otros 5 los mandaba frente al pelotón de fusilamiento. Un juicio en el que se aplicó de forma retroactiva el Decreto-Ley sobre Prevención del terrorismo del 26 de agosto de ese año. Tres miembros del FRAP y dos de ETA, fueron fusilados por policías y guardias civiles que se habían presentado voluntarios para ello.
Las ejecuciones franquistas de aquellos días de finales de septiembre de hace 44 años provocaron huelgas en España, protestas de todo tipo y hasta que algunos países retiraran a sus embajadores. La embajada de España en Portugal llegó a ser incendiada. El rey Juan Carlos y el Papa trataron de conseguir el indulto para todos los condenados, pero no tuvieron éxito.
La situación hizo que los partidarios de Franco acudieran masivamente el 1 de octubre para apoyar al dictador. En la Plaza de Oriente de Madrid, centenares de miles de personas, hasta cerca de un millón según la televisión de entonces, lanzaron los vivas y los arribas de siempre. En el mismo lugar de siempre. Por ejemplo, ya en 1946 la plaza se había llenado para apoyar al régimen cuando la ONU se retiró de España. Y como siempre, Franco salió al balcón y habló de lo mismo de siempre.
El dictador, consumido, sin voz, aunque nunca tuvo mucha, y tembloroso, pronunció entonces sus últimas palabras en público, que reproduzco aquí de la transcripción de La Vanguardia:
Españoles: Gracias por vuestra adhesión y por la serena y viril manifestación pública que me ofrecéis en desagravio a las agresiones de que han sido objeto varias de nuestras representaciones y establecimientos españoles en Europa que nos demuestran, una vez más, lo que podemos esperar de determinados países corrompidos que aclara perfectamente su política constante contra nuestros intereses.
No es la más importante, aunque se presenta en su apariencia, el asalto y destrucción de nuestra Embajada en Portugal realizada en un estado de anarquía y de caos en que se debate la nación hermana y que nadie más interesado que nosotros en que pueda ser restablecido en ellos el orden y la autoridad.
Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece.
Estas manifestaciones demuestran, por otra parte, que el pueblo español no es un pueblo muerto, al que se puede engañar. Está despierto y vela sus razones y confía que la valía de las fuerzas guardadoras del orden público y suprema garantía de la unidad de las fuerzas de Tierra, Mar y Aire respaldando la voluntad de la nación, permiten al pueblo español descansar tranquilo.
Evidentemente el ser español ha vuelto a ser hoy algo en el mundo.
Arriba España.
El discurso se interrumpió varias veces por los aplausos y los gritos de la gente. Se podía oír España unida, jamás será vencida y ETA al paredón.
El sentido de las últimas palabras de Franco en público, como decía, era el de siempre: los masones, los izquierdistas y el caos son el peligro. Frente a ellos, la autoridad, el ejército y el pueblo español. Lejos está todo esto de otras ocurrentes últimas palabras, pero así fueron las cosas.
Pocos días después comenzó la larga enfermedad y agonía de Franco que desembocarían en su muerte el 20 de noviembre de 1975.
Foto: eldiario.es
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