En el primer volumen de los Diarios de Iñaki Uriarte, que están en la editorial Pepitas de Calabaza y que recomiendo leer, hay un texto sobre las últimas palabras de algunos escritores. Me recordó cuando lo leí a alguna entrada en Curistoria dedicada a esto mismo de las últimas palabras, a modo recopilatorio, o de un modo más concreto, como es el caso de Paquirri, Lawrence Oates o el Barón Rojo.
Supongo que en muchos las que se tienen por últimas palabras de alguien no lo son, bien porque nadie escuchó realmente las últimas, bien porque se toma algo que dijo y se le da relevancia colocándolo en ese momento postrero o, en otros casos, porque directamente es todo mentira, una bonita historia que contar, nada más. Con estas premisas de escéptico en la cabeza, hagamos de nuevo una lista de últimas palabras de grandes personajes, partiendo de las citas de Uriarte y añadiendo otro puñado.
- ¡Viva Iria Flavia! – Camilo José Cela (a su pueblo de nacimiento).
- Doctor, ¿no cree que habrá sido el salchichón? – Paul Claudel.
- ¡Más luz! – Goethe (pidiendo que corrieran una cortina de la ventana).
- Está bien – Kant (sobre un caldito que le acercaban a los labios).
- Tienes que irte – Descartes.
- Pues bien, nos las hemos apañado – Schopenhauer.
- Llamad a Brianchon, llamad a Brianchon – Balzac (Brianchon era el médico de una de sus comedias, así que murió mezclando realidad y ficción. Genial).
- Tengo sueño – Fernando VII.
- Lo sabía, maldita sea, lo sabía, nací en un hotel y moriré en un hotel – Eugene O’Neil.
- Podéis iros, me encuentro perfectamente – H.G. Wells.
- Buenas noches – Lord Byron (se despidió y se fue a dormir).
- Aplaudid, amigos, la comedia se acaba – Beethoven (postrado en la cama).
- Estoy harto de todo – Winston Churchill.
- No deseo otra cosa que morir – Jane Austen (a su hermana Casandra).
- Hacía mucho tiempo que no bebía champán – Anton Chejov (sabiendo que iba a morir y dirigiéndose a su mujer).
- LSD, 100 microgramos – Aldous Huxley (le pedía su mujer una inyección de LSD para morir drogado).
- Ahora, buen hombre, no es momento para hacer enemigos – Voltaire (respondiendo al sacerdote que le preguntaba si renunciaba a Satán).
- Bueno, debo arreglar mis almohadas para otra noche cansada. ¿Cuándo terminará esto? – Washington Irving.
- Máteme, o es un asesino – Kafka (pidiendo a su médico que le inyectara una dosis mortal de morfina, debido a los dolores de la tuberculosis.
- Llevaos esas almohadas, no las necesitaré más – Lewis Carroll.
- Tan sólo no me dejéis sólo – John Belushi (después de inyectarse las drogas que le matarían).
- Al contrario –Henrik Ibsen (corrigiendo a la enfermera que le decía a alguien que Ibsen se encontraba mejor).
- Me han disparado – John Lenon.
- Espero no haberos aburrido – Elvis Presley (dirigiéndose al público de su último concierto).
- No es nada, no es nada – El archiduque Francisco Fernando (tras el atentado de Sarajevo).
- Dejadme ir a la casa del Padre – Juan Pablo II.
- Bebed por mí, bebed a mi salud, yo ya no puedo beber más – Picasso.
- ¡Mozart! – Gustav Mahler.
- Lo triste es que me voy con tanto por decir – Bartok.
- ¡Qué pena morir, cuando me queda tanto por leer! – Menéndez Pelayo.
Como decía, algunas puede que no sean ciertas o que estén mal recogidas en las fuentes, y es que mal momento es la muerte de alguien para andar acordándose de según qué cosas y palabras. Seguro que de Oscar Wilde hay 10 últimas citas. Pero, merece la pena conocer estas sentencias. La última cita, la de Menéndez Pelayo, me parece tan cierta… y la de Voltaire tan ocurrente.