| (History of the Royal Society of London) |
Hay una cita que se suele atribuir a Albert Einstein, si bien parece ser que no es suya originalmente y hasta hay dudas de si la usó alguna vez. La cita es cuestión es:
Todo debe ser tan simple como sea posible, pero no más.
Por otra parte, esta regla es una buena directriz, y en el mundo de la divulgación y la exposición de ideas debería ser casi obligatorio su seguimiento. ¡Cuántas buenas ideas se han perdido porque el autor se empeñó en explicarlas para que no se entendieran!
Lo más grave es que esto no es algo nuevo, sino que ya en el siglo XVII, Thomas Sprat dejó escrito cómo debían ser los textos científicos y cómo debían expresarse los hombres de ciencia. Sprat fue un científico y hombre de letras inglés nacido en 1635, que en 1667 publicó una obra titulada History of the Royal Society of London, donde expone algunas de las normas que debe cumplir el método científico.
Exponía Sprat que el lenguaje en el mundo de la ciencia debía evitar el lujo y la redundancia de palabras, rechazar todas las amplificaciones, las digresiones y debía huir del estilo pomposo. Instaba a los científicos a adoptar una forma de hablar próxima, llana y natural, con expresiones positivas y sentidos claros. Se acercaba Sprat al sentido de la cita que se atribuye a Einstein al afirmar que se debían llevar las cosas tan cerca como fuera posible de la simplicidad matemática, prefiriendo el lenguaje de los artesanos, de los aldeanos y de los comerciantes al de los sabios y los eruditos.
Estas recomendaciones, en principio orientadas al mundo científico, tienen la misma aplicación al periodismo o la divulgación de casi cualquier cosa. Y si uno se las salta, un periodista o un divulgador, debe ser para buscar la excelencia, no por la simple recreación en el lenguaje, como pasa habitualmente.
Fuente: Historia de la ciencia sin los trozos aburridos, de Ian Crofton
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