(Jacinto Benavente) |
Asegura el absurdo dicho que no hay dos sin tres, y aunque es absurdo, como he dicho, lo haremos valer. Esta será la tercera vez, al menos y salvo error por mi parte, en la que don Jacinto Benavente mostrará en Curistoria su fino genio y su capacidad para la pulla.
La primera fue un toque a un listo al que puso en su sitio y la segunda un revés a Valle Inclán, más por si acaso que por otra cosa. Y la tercera también es una patadita divertida en el culo de un escritor, que no debía ser bueno al juzgar de don Jacinto.
Al parecer estaba Benavente en su tertulia en el Ateneo madrileño cuando le comunicaron el reciente fallecimiento de otro autor, que debían conocer todos en el lugar. Lamentándose, como es casi obligado en estos casos, los presentes le recordaron, especulo que con amables palabras, hasta que alguien le preguntó a nuestro protagonista si sabía de qué había muerto el ausente de cuerpo presente. Benavente, con calma, respondió:
Mire usted, ¿cómo quiere que sepa de qué murió si nunca supimos de qué vivía?
Era una forma elegante y suave de decir que no se explicaba cómo aquel hombre era capaz de ganarse la vida como escritor, intuyo que por su poco talento.
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