
Durante la Segunda Guerra Mundial no había tantas fotografías como pudiera parecer. Ni oficiales, ni particulares. Y, desde luego, lo que no existía era la capacidad de usar satélites para conocer con detalle cualquier lugar. Sin embargo, conocer las zonas por las que se movía el enemigo era importante. Por eso se pusieron las fotos personales al servicio del ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial, y el resultado fue impresionante.
Durante el conflicto, se hacían vuelos para tomar imágenes de la zona enemiga más cercana al Reino Unido, si bien esta información tenía sus limitaciones y conseguirla conllevaba riesgos. No sólo eso, sino que la detección de un avión de reconocimiento sobre una determinada zona podría poner en alerta a los alemanes sobre el interés por ese lugar.
Por eso, cualquier imagen conseguida por otros medios podía servir a la inteligencia aliada para preparar una acción, una operación especial o para buscar puntos de referencia para los movimientos de los barcos y los aviones. Una casa, un saliente en un acantilado, un camino, un pequeño puerto… todo podía ser útil.
Las fotos personales al servicio del ejército británico en la Segunda Guerra Mundial fueron una fuente impagable de información
En 1942, a través de la BBC se lanzó un llamamiento a la población británica para conseguir todo tipo de imágenes de la costa francesa y los territorios cercanos a ella. Desde Noruega hasta los Pirineos. Todo era bienvenido, desde postales a fotos paisajísticas o retratos.
La respuesta de la población fue abrumadora. Al poco tiempo de lanzar la petición se habían reunido ya treinta mil imágenes. Y al final se llegaron a conseguir casi diez millones. Una riada de postales, fotos turísticas, retratos tomados como memoria de un viaje… En ocasiones la respuesta llegó en forma de cajas repletas de información provenientes de una única familia. Todos los recuerdos de sus viajes, en definitiva.
Francia era de los lugares más habituales de visita para los británicos. La distancia a través del canal era un paseo en barco y por eso la costa francesa era un destino vacacional para los que podían viajar por ocio. También había muchos que viajaban por trabajo u otros motivos, y que aprovechaban la visita para tomar una instantánea de recuerdo o enviar una postal a casa. En muchos casos, el recuerdo era tan sólo un paisaje.
La inmensa mayoría de aquellos recuerdos nunca fueron devueltos, como es lógico
Por supuesto, estas imágenes se utilizaron en acciones en los primeros años de la guerra, pero también en el día D. De hecho, fueron una importante fuente para conocer las playas donde se iba a desembarcar en junio de 1944. Diferentes fotos tomadas en años distintos en el mismo lugar también aportaban información, para comprobar si había cambios o cómo podía estar un camino, por ejemplo, en un determinado momento del año.
Mucha gente envió recuerdos que seguramente tenían un valor sentimental importante para ellos. Retratos de un familiar, de un antiguo amor o recuerdos de un viaje entrañable. La inmensa mayoría de todo aquel material no se devolvió, como es lógico si tenemos en cuenta su volumen y el momento de la historia en el que se recibieron. Muchas de esas están hoy en los museos británicos sobre la guerra.
La inmensa mayoría de todo aquel material no se devolvió, como es lógico si tenemos en cuenta su volumen
Pues oye, encima que te hago el favor y eres el que controla Correos, ya podías habérmelo mandado de vuelta. 😉
Estaban a otras cosas, pero sí, podían haber puesto interés 🙂