El 26 de noviembre de 2003, cuatro agentes del CNI aterrizaron en Kuwait. Desde allí debían viajar por carretera hasta Irak. El plan era estar unos días con otros cuatro compañeros a los que tenían que sustituir en las labores de inteligencia como apoyo a las tropas españolas en la zona. Estos últimos cuatro volvían a España tras cumplir con un periodo en la misión. Tres días después, el 29 de noviembre, sufrieron una emboscada junto a Latifiya y sólo uno de ellos salió vivo del ataque. Fue José Manuel Sánchez Riera, autor de Tres días de noviembre (afiliado), el libro que les recomiendo hoy.
El 9 de octubre anterior, otro miembro del CNI, José Antonio Bernal, había sido asesinado después de que lo fueran a buscar a su casa. Esto, junto con la situación del país y las acciones contra las tropas internacionales y contra la ONU habían puesto a todos en alerta. Es decir, los agentes del CNI sabían que estaban en una zona de extremo peligro y actuaban en consecuencia.
Ya estaba en marcha sustituir los vehículos que se estaban usando en Irak por coches blindados. Llegarían en enero los nuevos vehículos, pero los insurgentes iraquíes actuaron antes. Probablemente sin haberlo planeado mucho, sencillamente vieron coches occidentales en la conocida como ruta Jackson y los atacaron con sus armas largas. Los españoles no tenían más que pistolas para defenderse, que eran básicamente inútiles en la situación en la que se encontraron. En resumen, los ingredientes para la catástrofe estaban listos y poco se pudo hacer para que siete hombres fueran asesinados porque también la mala suerte tuvo algo que ver en que no pudieran salir de la ratonera ni ser socorridos. Riera salvó la vida de milagro, y esa última palabra es algo más que una forma de hablar.
Salió vivo del ataque, pero no ileso, ni mucho menos, aunque no tenía heridas físicas cuando los norteamericanos lo llevaron a su base. En esta obra Sánchez Riera cuenta someramente su vida hasta que llegó al CNI y cómo se enroló en aquella operación en Irak. Se detiene mucho más en los pocos días que pudo estar en Irak y, especialmente, en la emboscada y cómo salió de ella. Y lo narra con honestidad y claridad. La última parte del libro la dedica a los años posteriores al ataque. Una época de muchísimo sufrimiento por los recuerdos del atentado y de estrés post-traumático causado por él. De nuevo, nos hace llegar todo esto con toda honestidad y mucha humanidad.
Es un relato magnífico. No sólo por los hechos en Irak, especialmente los minutos que le permitieron salir del infierno, sino por la transparencia de Sánchez Riera al abrir sus recuerdos y pensamientos a todos nosotros. Podría haberse inclinado por el heroísmo del soldado que lucha por su país y que pasó por un infierno, pero no lo hace. No escribe una historia de espías. No lo siente así. Podría, por otra parte, haberse recreado en su dolor y buscar la compasión por el hombre arrasado por el destino. Haber escrito un drama. No lo hace.
Y eso es lo más importante, porque da lugar a un relato sincero donde no se esconden los momentos más oscuros del propio autor. La sensación es la estar oyendo a un conocido contarte su historia, en confianza. Tanto es así que, en mi caso concreto, hubo un par de veces en las que me llegó a emocionar. Por ejemplo, cuando su familia en España sabe del atentado, pero no quién ha podido morir o vivir.
En definitiva, Tres días de noviembre, de José Manuel Sánchez Riera, es una historia impresionante contada de manera absorbente, clara y humana. Deberían leerla.
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El artículo pinta con tintes de heroicidad a unos vugares mercenarios que fueron a participar en la agresión y destrucción de un país, cuya población ahora está mucho peor que antes.
Trol a la vista!!!!!!
Trolls serán más bien quienes nos metieron en una guerra con la excusa de encontrar armas de destrucción masiva que no había (mítico video de Bush hijo haciendo que las buscaba en el despacho oval y cachondearse de que no estaban por allí)