No hace mucho les hablaba del libro La mecánica del exterminio, de Xabier Irujo, y les comentaba cómo el exterminio judío por parte de los nazis comenzaba ya en la propia movilización hacia los guetos. Y, por supuesto, continuaba en los trabajos forzados y en los transportes hasta los campos de concentración y exterminio. Estos transportes continuaron hasta el último día, como demuestra la terrible historia del conocido como el tren de la muerte de Dachau.
Ante la inminente llegada de las tropas aliadas al campo de Buchenwald, los alemanes optaron por evacuarlo. Decenas de miles de prisioneros fueron transportados hacia otros lugares por tren o a pie. Cualquiera de las opciones era un martirio. En los trenes los judíos eran hacinados sin ventilación, con poca o ninguna agua o comida, y muchos morían en el propio viaje. Los que tenían que moverse a pie, dada su precaria situación física, no tenían una perspectiva mejor por delante.
En esa situación el tren de la muerte de Dachau partió el 7 de abril de 1945 desde Buchenwald. No olviden que quedaban pocas semanas para el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, lo que hace más terrible la historia. Por unos pocos días miles de personas no pudieron salvarse. Entre 2.000 y 3.000 de ellas fueron metidas en los aproximadamente 40 vagones que lo formaban. Como indica el nombre, el destino era el campo de Dachau, a donde llegó el transporte tres semanas después, la tarde del 28 de abril.
Los bombardeos aliados habían destrozado muchas de las líneas ferroviarias en esa zona de Europa, y por ello el viaje se vio interrumpido varias veces. A veces durante días. Los prisioneros, mientras tanto, seguían encerrados en los vagones, que se iban convirtiendo en ataúdes comunales. Cada hora que pasaba moría más y más gente.
Al llegar a Dachau, los responsables del campo prohibieron la entrada del tren y lo dejaron de nuevo estacionado, ahora en las vías junto al campo. Quedaban poco más de 800 personas con vida, que fueron introducidas en el campo. El resto, los miles de cadáveres, fueron abandonados en los vagones. Por cierto, los números cambian ligeramente según las fuentes, incluso en alguna no se menciona a los supervivientes.
Ese mismo día 28 de abril las tropas estadounidenses combatían en las cercanías del campo contra las pocas fuerzas alemanas que quedaban. Al final los aliados consiguieron abrirse camino a través de la propia localidad y el 2º batallón del 222º Regimiento de Infantería llegó a las inmediaciones del campo. Antes incluso de entrar en él se encontraron con el tren.
Los testimonios de los soldados, a pesar de estar viviendo una guerra, hablan de un horror que no habían visto antes. En sus testimonios exponen la angustia e incomprensión que vivieron por lo que tenían delante. Tras esto, algunos estadounidenses mostraron con los miembros de la SS que se rindieron en el campo la misma piedad que habían mostrado ellos con los judíos y los asesinaron sumariamente.
No fue este el único tren de la muerte, sino que este sobrenombre se usa en otros casos en los que el transporte en tren fue más terrible y mortal de lo que ya era habitual. Es el caso, por ejemplo, del convoy 7909 que partió en julio de 1944 de Compiègne, en Francia, rumbo también a Dachau. Este caso de abril de 1945 del que hemos hablado, no obstante, es especialmente conocido por las fechas en las que ocurrió, a pocas semanas del hundimiento final del Tercer Reich, y porque está muy documentado, incluso con grabaciones de vídeo.
Fuente de la imagen: zenobia_joy en flickr.
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