La Vía Augusta era la calzada romana más larga de Hispania. Rondaba los 1.500 kilómetros y llegaba desde el suroeste de la península Ibérica, Cádiz (Gades), hasta los Pirineos. Pero, en realidad, como todos los caminos conducen a Roma, se podía seguir caminando por las vías romanas hasta ese lugar que era el centro de todo el imperio. Hace siglo y medio largo se encontraron los vasos de Vicarello, un mapa de carreteras de la Antigua Roma que describía ese camino completo, de Cádiz a Roma. Etapa a etapa.
En 1852 se encontraron cuatro vasos de plata repletos de inscripciones en las termas de Vicarello, a poco más de 30 kilómetros al noroeste de Roma. Por suerte para nosotros, en esos días del siglo XIX se atascó una de las fuentes de agua del lugar y en los trabajos para solucionar el problema encontraron una cantidad enorme de monedas y otros objetos que la gente debía dejar allí como ofrenda o agradecimiento por haberse curado en las termas. Entre todos esos objetos había cuatro vasos de plata en forma de miliarios en miniatura.
Un miliario es una columna cilíndrica, en muchos casos, que colocaban los romanos al borde de las calzadas para señalar las distancias. Tenían alguna inscripción, como los vasos de Vicarello, aunque estos en realidad más que tener alguna estaban cubiertos de inscripciones. Por cierto, también se conocen como Vasos Apolinares, por el lago de Bracciano (Acquae Apollinares) donde estaban las termas.
Las inscripciones de los vasos son en realidad la descripción del camino de Cádiz a Roma, indicando las distancias y las ciudades por las que se pasaba. En definitiva, estamos ante un mapa de carreteras de hace 2000 años. Se estima que los vasos datan de las primeras décadas después de Cristo y recogen un trayecto de 2.700 kilómetros. Esto serían unas 1.800 millas romanas.
Aunque difieren en alguna de las paradas del camino, que son más de 100, los cuatro vasos tienen el mismo itinerario repetido. Entre las paradas más conocidas, para nosotros, están Sevilla, Córdoba, Valencia, Sagunto, Tarragona, Figueras, Nimes, Turín, Florencia, Parma y, por supuesto, Roma. En el minuto 11:35 de esta conferencia en la Fundación March pueden ver el mapa completo.
Ahora ya no usamos mapas de carreteras, porque tenemos el GPS a mano. Pero antes teníamos esos mapas del diablo que eran un papel doblado que, al desplegarlo, se convertía en una sábana inmanejable. Por otra parte, luego no había forma de rehacer los pliegues para que volviera el mapa al tamaño cuartilla que tenía al comienzo. Un martirio comparado con la utilidad y belleza de estos vasos de Vicarello.
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