El 6 de enero de este 2024 murió Roy Calne, a los 93 años. El nombre quizá no les diga nada, pero hombre fue un pionero en el mundo de los trasplantes y la historia detrás de su visión de esta rama de la cirugía es muy interesante. Esta historia gira en torno a cómo un taller de coches influyó en los trasplantes de órganos.
La contribución de Roy Calne a que el trasplante de órganos en humanos pasara de verse como imposible a convertirse en algo casi habitual, fue muy relevante. Participó en algunas de la primeras operaciones de este tipo y además investigó qué fármacos y tratamientos eran los más efectivos para reducir el rechazo de los órganos y así aumentar la tasa de éxito de los trasplantes. Este segundo punto, como supondrán es esencial.
Cuando él comenzó a estudiar medicina en los años 50, los trasplantes eran todavía poco menos que una utopía. Una vez licenciado comenzó a probar sus técnicas e ideas con animales como cerdos y perros, si bien la mayoría de las veces la cosa acababa mal. Poco a poco fue avanzando en el conocimiento sobre los fármacos que podían reducir los problemas tras el trasplante, pero seguía quedando un largo viaje por delante.
A finales de los 60 Calne participó en el primer trasplante de hígado en Europa. En los años 70 nuestro hombre y su equipo siguieron encontrando mejoras en los tratamientos postoperatorios y en los 80 estuvo en el equipo que colocó un nuevo hígado, un nuevo pulmón y un nuevo corazón, todo al mismo paciente. En el primer caso de un trasplante sextuple, también estuvo involucrado.
Lo curioso de todo esto es que la idea de cambiar piezas a las personas, por así decirlo, se dice que le venía a Calne de niño.
Su padre tenía un taller de coches en Londres, y cuando era niño le fascinaba el trabajo de su padre. Le veía quitar partes a un coche y ponerle otras nuevas, para que el vehículo saliera de nuevo rodando por la puerta como si tal cosa, gracias, por ejemplo, a carburador nuevo. Esa idea trató de replicarla más tarde en su vida como cirujano, como hemos visto. Es más, se dice que la idea le venía directamente de ahí, de ver trabajar a su padre. Supongo que, en realidad, no sería del todo así, porque había más médicos pensando en esas técnicas. Pero, en cualquier caso, tiene su punto todo esto, y quizás desde que era muy joven ya pensaba en cómo hacer a las personas lo que su padre le hacía a los coches.
Esta historia sobre la influencia del taller de su padre en el empeño de Calne en los trasplantes de órganos se deja entrever en el obituario que publicó The New York Times (de donde he tomado la foto que acompaña este texto). También está esa referencia en un artículo de la Fundación Lasker, en este caso incluso con entrecomillados que hacen referencia a otra entrevista.
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