Welborn Barton Griffith no les sonará, pero fue el militar estadounidense que salvó la catedral de Chartres de su propio ejército, así que algo tenemos que agradecerle todos. Nació en 1901 y murió el 16 de agosto de 1944, el mismo día que arriesgó su vida para salvar el monumento. Él era estadounidense, y el templo es francés. Pero puso la historia y el patrimonio de la humanidad por delante de sí mismo y de su país. Antes de acatar una orden decidió comprobar directamente si era necesario causar destrozos en la catedral. Es justo decir que no lo hizo sólo, ya que lo acompañó su chófer.
Como habrán supuesto por el lugar y la fecha, estamos hablando de la Segunda Guerra Mundial. Chartres, y la catedral, estaban en ese agosto de 1944 todavía en manos de los alemanes. La catedral era una magnífica posición de vigilancia, y los aliados necesitaban quitarse ese problema de en medio y por la vía rápida, antes de seguir con sus movimientos. Podemos pensar que es una barbaridad destruir un monumento histórico, pero la guerra tenía y tiene otros intereses y pasa por encima de casi cualquier cosa. Recuerden lo que habían hecho los propios aliados unos pocos meses antes con Montecassino.
Griffith era oficial de operaciones, con el rango de coronel. Cuando supo que los planes de su ejército estaban contemplando bombardear la catedral de Chartres para eliminar el riesgo que esta suponía, decidió hacer algo al respecto. El ataque planeado era preventivo, porque los estadounidenses no tenían la certeza de que hubiera alemanes allí ni de que la estuvieran utilizando en modo alguno. Nuestro hombre decidió que antes de llevar a cabo esa orden que acabaría con la catedral, había otra posibilidad.
Estamos hablando de una verdadera joya de la arquitectura medieval gótica y que data de finales del siglo XII, aunque durante varios siglos siguió en construcción y cambio. Entre sus maravillas están las vidrieras, que habían sido desmontadas pieza a pieza y puestas a salvo de los bombardeos en la cripta tan pronto como se percataron de que el peligro se acercaba.
Volviendo a ese 16 de agosto, el coronel y su chófer pusieron rumbo a la catedral, sabiendo que el riesgo era altísimo. Su objetivo era comprobar por sí mismos si los alemanes estaban en la catedral o la usaban de algún modo. Griffith llegó hasta ella, entró, vio que no había moros en la costa y avisó a su propio ejército de todo esto. Pidió que cancelaran al momento la operación de ataque contra la catedral, ya que no había riesgo alguno.
Salvó así la catedral, aunque no hubo mucho tiempo agradecérselo. Chartres está a unos 80 kilómetros al sudeste de París. Después de la hazaña de la catedral, Griffith se movió hasta Lèves, a 3,5 kilómetros de Chartres, donde se vio envuelto en una acción de combate en la que se dejó la vida. El mismo día 16 de agosto de 1944.
A título póstumo recibió al Cruz por Servicio Distinguido, un Corazón Púrpura y la Legión de Honor francesa, entre otras condecoraciones. Poco parece para lo que nos regaló él a todos los demás, seguir viendo el edificio en pie.
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