La especulación inmobiliaria y la corrupción del duque de Lerma

La especulación inmobiliaria y la corrupción del duque de Lerma

Lord Acton, en 1887, dejó escrita la frase que se conoce como dictum de Acton y que es tan sencilla como interesante: El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Ejemplos de corrupción y tráfico de influencias, lamentablemente, los hay a lo largo de toda la historia y los sigue habiendo a diario como vemos en los periódicos. Pero la especulación inmobiliaria y la corrupción del duque de Lerma siguen siendo un caso peculiar, llamativo y paradigmático.

Este caso de corrupción del duque de Lerma es uno de los más conocidos de la historia de España. Al parecer, Felipe III no era muy aficionado a los temas de Estado y dejó las responsabilidades de gobierno, en gran medida, en manos de su valido, el duque de Lerma. Durante casi 20 años, entre 1598 y 1618, Lerma tuvo un poder casi absoluto.

La especulación inmobiliaria y la corrupción del duque de Lerma estuvieron asociadas a su poder, como suele ocurrir

Hay una anécdota, que contaba Rubens, el autor del retrato ecuestre que acompaña este texto, que da idea del poder del valido. Dicen que un hombre se entrevistó con el propio rey Felipe III y este le pidió que tratara el tema con el valido. El hombre le contestó al rey que si hubiera sido capaz de entrevistarse con el valido, no habría tenido necesidad de hablar con el rey.

El valido se aprovechaba de su influencia y traficaba con los cargos, los títulos y con todos los asuntos del rey. Algunos sólo quieren poder, que es para ellos algo así como una droga de la que nunca hay suficiente. Para Lerma, además del poder, estaba el dinero. Y por ello de ese tráfico de influencias iba sacando tajada económica si podía. Su acción más llamativa tuvo que ver con el traslado de la corte a Valladolid.

Felipe II había fijado la capital en Madrid en 1561, concentrando allí toda la burocracia y el poder de un Imperio en el que no se ponía el sol, ya saben. Unos años más tarde, en tiempos ya de Felipe III, se comenzó a decir que Madrid tenía un problema de población excesiva, que era un caos… y se fueron dando razones para que Lerma ejecutara su movimiento maestro.

Lerma vio la posibilidad de mover la corte de Madrid a Valladolid. Eso le permitiría ganar dinero y, además, como extra, alejar al rey de la influencia de algunos personajes, como era el caso de su abuela. De esta forma el valido aumentaba su poder e influencia. Dicho y hecho, en 1601 la capital del reino pasaba a ser Valladolid.

Valladolid duplicó su población en los años en que la corte estuvo allí

Que la corte se fuera a Valladolid suponía que muchos de los cortesanos también tenían que cambiar de lugar de residencia, y buscar alojamiento en la ciudad castellana. Evidentemente, esa residencia no podía ser una casucha, sino que tenía que estar a la altura.

Ese movimiento también lo tendrían que hacer aquellos que trabajaban para la corte, para los cortesanos, los sirvientes, los que tenían negocios para los cortesanos… Ya saben que la economía es un sistema con mil interrelaciones. Se estima que en esos pocos años en que la corte estuvo en Valladolid la ciudad duplicó su población, a la vez que Madrid hacía el movimiento contrario y perdía más de la mitad de la suya.

Y como a ustedes no se les escapa, por la ley de la oferta y la demanda el mercado inmobiliario subió en Valladolid y se desplomó en Madrid. Por supuesto, hablamos del mercado inmobiliario de casas lujosas, palacetes y propiedades similares. Lerma vendió bien algunas posesiones en Valladolid y aprovechó que los precios cayeron en Madrid para comprar. Sabiendo que más pronto que tarde movería ficha de nuevo y la corte volvería a Madrid. Entonces los precios subirían y él se embolsaría unos magníficos beneficios.

Al llevar la corte a Valladolid, donde tenía importantes posesiones, el valido hizo un negocio redondo. Sin ir más lejos, el palacio real que el duque procuró para el rey, lo había comprado y restaurado el propio duque. Lo ofreció generosamente a Felipe III para que lo convirtiera en su vivienda. Generosamente, a cambio de 200.000 ducados, más del doble de lo que le había costado a él adquirirlo y restaurarlo.

En 1606 la corte volvió a Madrid y de nuevo el duque de Lerma hizo un buen negocio

La localidad de Lerma, de donde era el duque, está en la provincia de Burgos, pero suficientemente cerca de Valladolid como para prosperar durante esos años de capitalidad vallisoletana. De nuevo, Lerma fue el gran beneficiado.

Pasados unos años, se preparó el movimiento contrario. Es decir, la corte volvió a Madrid. En 1606. Y allí estaba Lerma haciendo de nuevo caja con lo que había comprado unos años antes.

El duque acabó cayendo en desgracia y perdió el favor del rey. Sus trampas fueron sacadas a la luz y se supo que había ido muy lejos. Tuvo que huir y acabó en Roma donde a pesar de todo consiguió ser cardenal. Volvió a Valladolid y allí vivió como un rey hasta 1625. Me hubiera gustado que esta historia tuviera una moraleja y acabar contándoles que Lerma fue castigado y perdió todo su dinero y poder. Pero, la vida no parece ser así, no piensa en que ha de dejar morales al final de la historia.

Hace mucho les conté la historia del entierro simulado por el duque de Lerma, con un ataúd cargado de ladrillos.

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