Con la renuncia de Benedicto XVI hace unos años, en concreto el 28 de febrero de 2013, hemos vuelto a vivir estos casos de papas renunciantes. Lo habitual es que el papado se convierta en algo vitalicio y quede vacante tan sólo cuando San Pedro se encuentra cara a cara con su sucesor. Pero el caso del papa Ratzinger, de Benedicto XVI, se suma a la casi docena de papas que han renunciado al trono vaticano. Quizás el caso más extremo de papados de ida y vuelta lo tengamos en los tres papados de Benedicto IX.
Benedicto IX era sobrino de los dos papas que lo precedieron
Teofilacto, que así se llamaba Benedicto IX, nació entre el año 1012 y el 1021, no se sabe con certeza cuándo. Hace un milenio, en definitiva. Los dos papas que lo fueron antes de él eran sus tíos, por lo que ya nos colocamos en el nepotismo y en el manejo de la Iglesia como si fuera la casa de uno. Con esta situación no es de extrañar que con poco más de veinte años ya fuera papa por primera vez nuestro Benedicto IX.
Esta época fue desastrosa para el papado, por las luchas, el abuso de poder y por lo alejado que estaba de su misión religiosa. Dicho esto, reconozco que estoy haciendo algo que detesto: juzgar el pasado con parámetros de otras épocas.
Ese primer papado se inició en 1032 y por supuesto fue puesto allí por su familia, principalmente por su padre. Es lógico, tener un papa en la familia daba poder y riqueza y con estas dos cosas uno podía hasta colocar a alguien de la familia como papa. Esto se demostró cierto cuando Benedicto IX excomulgó a algún enemigo de su padre.
Pero llegó la muerte del padre, y eso dejó a su hijo también fuera del papado. Sin la ayuda de su padre, Conrado II, Benedicto IX fue expulsado de Roma por la fuerza y se nombró otro papa: Silvestre III. Ahí acabó el primer papado de Benedicto IX, en septiembre de 1044.
Las luchas por el poder no eran metafóricas, eran con las armas
Unos meses más tarde, en abril de 1045, nuestro joven papa consiguió reunir apoyos suficientes para expulsar a Silvestre III y volver a sentarse en la silla papal. Para expulsarlo, por supuesto, por la fuerza. Volvía a ser papa, pero no por mucho tiempo. Vendió el papado por una pequeña fortuna y se lo cedió así a Gregorio VI. Al parecer Benedicto IX estaba pensando en casarse. Este segundo papado de Benedicto IX duró unas semanas, porque en mayo de ese 1045 ya se había quitado de en medio, con su pequeña fortuna por el cargo en el bolsillo.
Se volvió a aburrir de no ser papa y organizó otro asalto por la fuerza a Roma, a finales de 1047. Consiguió estar otro año al frente de la Iglesia, hasta julio de 1048, pero durante todo esto tiempo las luchas eran constantes y fueron muchos los que no reconocieron su autoridad. Los tres papados de Benedicto IX llegaban a su fin. Tampoco había estado mucho tiempo como papa, al fin y al cabo, aunque lo fue en tres ocasiones. Finalmente se vio obligado a bajarse de carro y se retiró a la vida monacal. Aunque viendo los antecedentes, a saber qué entendía Benedicto IX por vida monacal.