Cuando hace unos días leía sobre la gripe española, de la que ya vimos por qué se llama gripe española a la pandemia de 1918, leí algunas de las recomendaciones para prevenirla y para evitar su propagación. Tanto en España, como fuera de ella. Algunas coinciden con las que se están comentando ahora para prevenir el contagio del Covid-19 y evitar que se expanda sin medida. Cómo se luchó contra la gripe española quizás nos de alguna idea para este momento.
Una de las cosas que encontré fue un tweet de @RafaelTimermans en el que publicaba un boletín extraordinario de la provincia de Burgos, donde se detallaban algunas medidas. En esa circular del 4 de octubre de 1918, el gobernador de Burgos, a la sazón Andrés Alonso López, daba el motivo para las medidas extraordinarias. Decía que la epidemia aparecida en la capital y en algunos pueblos de la provincia se extendía considerablemente y con una mortalidad peligrosa.
Al parecer había ya algunas normas anteriores que algunos pueblos se habían saltado a la torera. Sin ir más lejos, se habían celebrado algunas fiestas y reuniones, lo que había ayudado al virus a extenderse. Expone expresamente el caso de Los Balbases, un pueblo del que unos mozos fueron a Villaquirán de fiesta. Al volver al suyo se llevaron el virus y al ser las fiestas de Los Balbases poco después, a los pocos días eran 800 los infectados en el pueblo, de un censo de 1.200.
El gobernador, con buen criterio, amenaza con duras penas a quienes se salten las normas. Recuerda que las gotitas de saliva propagan la infección y, por lo tanto, pide, y ordena, que:
Cómo se luchó contra la gripe española se resume en aire libre y pocas aglomeraciones. Nada de las máscaras de pico del doctor peste. Pero hay una última norma o recomendación que es una maravilla, y que esta sí que sí sigue siendo válida hoy como hace un siglo:
Medidas muy parecidas a estas que ponía en negro sobre blanco el boletín oficial de la provincia de Burgos, se tomaron en el resto del mundo. La Junta de Salud de Cincinnati, por ejemplo, colgó carteles pidiendo que las ventanas de los dormitorios se mantuvieran abiertas.
En muchas partes de Estados Unidos se pidió no usar los tranvías en horas punta, evitar las aglomeraciones y cuidar la higiene personal. De nuevo, como en Burgos. Algunas reuniones de organismos importantes, como la Junta de Salud de San Francisco, se celebraron al aire libre.
Algunos negocios también optaron por salir de sus locales y trabajar al aire libre. Las universidades dieron clases en las zonas abiertas del campus, bajo el cielo sin contaminar, pero frío, del invierno de 1918. También hubo cuarentenas, cómo no.
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No se llamaba gripe española y llamarla así sólo contribuye a alimentar la leyenda que crearon otros países que la sufrieron igual o más que el nuestro. Imaginen que al COVID-19 le empiezan a llamar gripe-de-su-país aunque se den más casos fuera y/o sea una pandemia global que no distingue de fronteras.
Gracias por el comentario. Tienes razón que quizás no debió llamarse gripe española, pero lo cierto es que con un siglo de distancia, ese es el nombre con el que se la conoce. No hace mucho explicaba por qué:
https://www.curistoria.com/2020/03/por-que-se-llama-gripe-espanola.html
No fue tanto una leyenda ni afán de criticar a España, sino consecuencia del momento. No creo que tenga mayor importancia. Por cierto, la gripe rusa tampoco empezó en Rusia.
Saludos.