Siempre me han parecido fascinantes las hazañas de los exploradores, de esos tipos que se adentran en tierra ignota y además lo hacen sin muchos recursos. Creo que ya lo he comentado otras veces. Muchos de ellos morían o, cuando menos, pasaban los peores momentos de su vida. Cuántos habrán muerto explorando América, África o cualquier otro lugar, y ni siquiera sabemos ahora de su intento. Algunos pocos, eso sí, han conseguido meter su nombre en los libros de historia. Y menos aun han logrado que su nombre marque un lugar geográfico. Ese es el caso de Juan Bermúdez, que descubrió unas islas sin ni siquiera pisarlas.
Durante mucho tiempo, esas islas en el Atlántico Norte fueron conocidas como las islas de los Demonios. Nadie las habitaba y los arrecifes las protegían de las visitas, ya que complicaban la navegación cerca de la costa. A comienzos del siglo XVI uno de los marineros que se acercó hasta allí fue un onubense, nacido en Palos de la Frontera, llamado Juan Bermúdez, o Juan de Bermúdez. Era el capitán de la nave española La Garza y se había desviado de su ruta por culpa del mal tiempo. No llegó ni siquiera a pisar las islas, ya que esos arrecifes a los que hacía referencia antes le echaron para atrás, pero sí tomó nota del lugar. Tanto es así que en 1511 ya aparecía en un mapa rindiendo con su nombre homenaje a su descubridor: La Bermuda.
Así es, las conocidas islas Bermudas deben ser nombre al español Juan Bermúdez, aunque hoy su himno sea God save the Queen y sean territorio británico. Es más, son el territorio británico de ultramar más antiguo. No se conoce la fecha exacta en la que Bermúdez se acercó a las islas por primera vez, ya que en las dos veces que estuvo cerca nunca se atrevió a sobrepasar los arrecifes y poner pie en tierra. Se toma, no obstante, el año 1505 como referencia y en otros lugares se habla de 1503, aunque como decíamos siempre antes de 1511, ya que entonces ya estaban en un mapa. La segunda visita de Juan Bermúdez llegó en 1515 y tampoco se bajó de su nave.
No tardaron en ser esas islas un referente para la navegación, un punto de referencia en los viajes entre España y el Nuevo Mundo. Acercarse era peligroso y no fueron pocos los españoles que se mojaron los pies al naufragar en la zona. Esto, por otra parte, lo agradecen mucho todos los submarinistas que disfrutan hoy de sus inmersiones allí.
Tuvo la suerte Bermúdez de descubrir un pedazo de mundo, darle nombre, islas Bermudas, y hacerlo además sin pisar tierra, sin bajarse del barco. Otros muchos no tuvieron tanta suerte.
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