Diario de un resurreccionista, de James Blake Bailey

(Diario de un resurreccionista, de James Blake Bailey)

Quizás a algunos de ustedes la palabra resurreccionista, o resucitadores, no les diga nada, pero si leemos el subtítulo del libro del que les estoy hablando, porque les estoy hablando de un libro, quedará todo claro: Una historia secreta e ilustrada de los ladrones de cuerpos y los anatomistas. Ahora ya saben el tema sobre el que trata el libro, sin dudas. Una auténtica maravilla de libro, ya les adelanto. Original tema y original volumen, algo que ya de por sí merece un reconocimiento.

Durante un buen número de décadas, entre el siglo XVIII y la primera parte del XIX, las escuelas de anatomía inglesas y escocesas, especialmente, necesitaban un flujo de cadáveres frescos que los alumnos pudieran diseccionar y aprender así cómo es nuestro cuerpo por dentro. Más allá de una ley que obligaba a que condenados a muerte acabaran sobre las mesas de disección, no había otra solución legal. Pero sí había un camino ilegal, casi alegal, para dotarse de la materia prima en las escuelas de medicina, que no era otro que los ladrones de cuerpos.

Estos tipos robaban cadáveres en los cementerios, a un ritmo endiablado, en mi opinión, y los vendían a buen precio a los médicos y a las escuelas. Era una forma de vida oscura, pero muy rentable. Lógicamente, un mundo así no puede escapar de las historias tétricas, de los asesinatos y de algunas barbaridades, pero también está plagado de encanto y atractivo. Hablamos de enfrentamientos con guardianes de cementerios, de robos en las propias casas, poco después de que alguien hubiera fallecido, de trucos para desenterrar y de trucos para evitar ser resucitado: pistolas que se disparan automáticamente al abrir el ataúd, tumbas enjauladas…

El libro en cuestión se estructura en tres partes. La primera es una larga e interesante introducción al tema, escrita por Juan Mari Barasorda, un experto en novela negra y aficionado, además, a la época victoriana. El bloque central y principal del libro es el texto Diario de un resurreccionista, publicado originalmente en Londres en 1860 por James Blake Bailey. Aquí tenemos historias curiosas, que darían para una novela o, al menos, para un buen cuento, además de nombres, pequeñas biografías, información sobre la formación médica, sobre las leyes… en definitiva, una maravillosa visión de ese mundo. Y el libro acaba con unas pocas páginas donde se muestra el diario real de un resurreccionista, en el que este va anotando qué hacen cada noche, cuántos cadáveres roban, lo que cobran por ellos y dónde los venden o entregan. Aquí se ve el ritmo endiablado de resurrecciones que llevaban.

No quiero acabar esta recomendación del libro sin hacer mención a dos aspectos que terminan por cerrar el círculo. El primero son las ilustraciones. Decíamos en el subtítulo que estamos ante una historia secreta e ilustrada, y es muy cierta esta segunda parte. Ilustraciones anatómicas, fotos y cuadros, están por decenas en el libro, con una calidad de impresión destacable. Un libro hecho así de bien, editado con gusto, originalidad, en pasta dura, con una portada llamativa…, un libro así, merece un reconocimiento a los editores. La Felguera Editores son los padres de esta criatura. Una editorial con un catálogo original y con una forma de presentarse, como una sociedad secreta, que ya es toda una declaración de intenciones sobre cómo entienden este juego, tan serio, de la edición, la literatura y los libros.

Háganme caso, compren y lean este libro. Tienen que leerlo por el contenido, para conocer una historia real alucinante y sorprendente. Para conocer una realidad que está muy presente en la ficción. Por esto tienen que leerlo. Pero además tienen que comprarlo por originalidad, por edición y por la maravilla de este volumen como objeto. Hay que tenerlo. Busquen esa tapa roja con una calavera y dos palas cruzadas (¡genial portada!) por las librerías y resuciten al libro, róbenlo y hagan su disección en casa. Haciendo esto, como aquellos que lo hacían con cadáveres, aprenderán cosas.

Curistoria

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