Ladrones de cuerpos, los resucitadores

En la segunda mitad del siglo XVIII y hasta el primer cuarto del siglo XIX, en Inglaterra, la necesidad de cadáveres para el aprendizaje de la anatomía por parte de los médicos tuvo un cierto repunte. Existía, desde siglos antes, una ley que permitía a los cirujanos quedarse con algunos de los cuerpos de los ejecutados para estas labores, pero el flujo de cadáveres nunca fue suficiente para las necesidades que había.

Aparecieron entonces los que se conocieron como resucitadores, que no eran más que hombres con pocos escrúpulos que se dedicaban a desenterrar a los recién fallecidos y entregar el cuerpo a la ciencia, pero no por amor a esta, sino por una golosa cantidad de dinero. Según la calidad del cadáver, el importe variaba, llegando en algún caso a ser el equivalente varios meses de sueldo en el campo o en labores similares. Un cuerpo sin mucho deterioro y que sirviera para hacer un buen estudio de músculos y demás órganos era el pasaporte a la riqueza. Así, no es de extrañar que proliferaran los resucitadores, oficio tétrico donde los haya, y que incluso algunos de ellos llegaran al punto de fabricar los cadáveres, ustedes ya me entienden.

Todo esto provocó que los cementerios se convirtieran en lugares muy vigilados por la policía y que aquellos más pudientes se construyeran panteones impenetrables. El cuerpo de un hombre de más de metro ochenta centímetros, joven y fornido, era un regalo caído del cielo, nunca mejor dicho, para un resucitador y en esa categoría estaban los boxeadores. Así, estos tenían un justificado pavor a que su cuerpo fuera desenterrado y vendido una vez que fallecieran, si lo hacían jóvenes y fuertes, claro está. Algunos boxeadores llegaron a pedir ser enterrados a cinco metros de profundidad para evitar así el ser resucitados.

Fuente: Psicokillers: Los asesinos en serie más famosos de la historia, de Juan Antonio Cebrián

7 comentarios en “Ladrones de cuerpos, los resucitadores”

  1. Es una pena tener tan mala memoria!!! No recuerdo dónde leí u oí que un personaje conocido, cuyo nombre tampoco recuerdo, pagaba por cadáveres robados. Ojalá me acordara!!!

    Muy buena entrada. Me encanta cuando la fuente es el tito!!!

    Saludos,
    Vidia.

  2. Supongo que en la época eso se veía como una profanación del cadáver, vendido o no. Por eso los experimentos se hacían principalmente con cadáveres de reos.

    Saludos,
    Vidia.

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