Determinando cuánto pesa el alma humana, 21 gramos

(Los experimentos de MacDougall en el New York Times)

¿Existe el alma? ¿Es algo físico? ¿Dónde está? ¿Cuánto pesa? A ciencia cierta algunas de estas preguntas no tienen respuesta y el resto, tampoco. Y como las preguntas son la base del conocimiento y de la ciencia, estas cuestiones llevaron al doctor Duncan MacDougall a investigar la existencia física del alma.

El doctor MacDougall, estadounidense nacido en 1866, realizó experimentos durante años para buscar la prueba que le llevara a asegurar que existía el alma. En concreto intentó determinar su peso, el del alma, ya que así se podría asegurar su existencia aunque no se viera. Varios hombres se presentaron voluntarios para su experimento, hombres que sabían que le quedaba poco de vida por culpa de la tuberculosis, internos en la Casa Franca de Cullis para Tísicos.

Ante la certeza de que el fin estaba cerca, colocaba la cama, con el enfermo encima, sobre una enorme báscula y así esperaba constatar un cambio notable de peso en el momento justo de la muerte, que sería el alma abandonando el cuerpo y por lo tanto probaría sin duda alguna la propia existencia del mismo.

Cuando el primer hombre puesto a prueba murió, “repentinamente con la muerte el brazo de la balanza cayó con un toque audible al golpear la barra limitante inferior y permaneció allí sin retornar”, constató en sus notas MacDougall. Para volver a equilibrar la balanza, con el hombre recién fallecido aún sobre ella, tuvo que colocar dos piezas de un dólar al peso que había antes de que el hombre muriera. El peso de aquellas monedas era de 21 gramos y ahí nació la leyenda o idea popular de que el alma humana tiene ese peso.

Hubo otros experimentos similares, aunque ninguno fue concluyente. En cualquier caso, aquel primer resultado, que es casi paranormal más que científico, llegó a la prensa y a periódicos como el New York Times o el Washington Post.

Y no acaban aquí las sorprendentes conclusiones de MacDougall basadas en sus no menos sorprendentes experimentos. Realizando con perros el mismo procedimiento que hemos descrito, no vio cambio alguno en el peso de los mismos en el momento de fallecer, y antes que dar por malo el experimento o ponerlo en cuestión, determinó que los perros en concreto, y los animales en general, no tienen alma.

No es que yo, pobre infeliz que admira a los científicos, dude la calidad como tal de MacDougall, pero sí que soy escéptico con el resultado de sus experimentos. Quizás en algún programa nocturno sobre hechos paranormales tenga más aceptación. Esto no quita un ápice a la virtud de este hombre de buscar respuesta a las preguntas que a todos nos comen.

Fuente: Historia de la ciencia sin los trozos aburridos, de Ian Crofton

Curistoria

Ver comentarios

  • Pues a mi me parece un científico honrado. Diseñó un experimento para medir el peso de algo que él creía que era concreto. Una vez obtuvo un resultado que nunca más volvió a repetirse. Sacado de contesto puede resultar jocoso, pero el Sr. Mcdougall comprobó científicamente que el alma, o no existe, o no pesa.

    Es irrefutable.

  • No digo que no fuera honrado, pero si se hace un experimento y en las repeticiones no se ratifican los resultados... no se comprueba nada. Es mi opinión. Es más, creo que Einstein dijo algo así como que no hay nada peor que repetir un experimento y obtener resultados diferentes cada vez. Eso sí que es desconcertante.

    En cualquier caso, como decía en la entrada, admiro la búsqueda del saber de MacDougall.

    Gracias por comentar, como siempre :)

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