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Alocén y la canasta que cambió las reglas del baloncesto

Hace unos días me envió de nuevo José Manuel Charro la pista para una curistoria, en este caso sobre baloncesto, que no sólo de números y estadística vive el hombre. También hay baloncesto. Es más, los números, la estadística y el baloncesto se pueden aunar y surgen cosas tan sorprendentes como que Lorenzo Alocén, nuestro protagonista de hoy, fue el jugador más alto en su momento en la liga española de baloncesto, con una altura de 1,94m. No es mucho hoy en día y no lo era entonces fuera de nuestro país, pero demuestra cómo éramos los españoles hace medio siglo: bajitos. Fuera se tenían que pegar los españoles con pivots casi 20cm más altos.

Alocén nació en Zaragoza en 1937 y con 21 años se cruzó por la calle con un hombre que le dijo que si quería jugar al baloncesto. En aquella época jugaba en alpargatas porque no encontraba zapatillas en Zaragoza para su 45 de pie, no cobraba y los medios eran mínimos. Aún así llegó a jugar en la selección española, a ser olímpico y a cambiar con una canasta suya el reglamento del baloncesto para siempre.

El 18 de enero de 1962 Alocén jugaba en el Real Madrid que entrenaba Pedro Ferrándiz. Disputando los octavos de la Copa de Europa en Varese, en el partido de ida de los dos que componían la eliminatoria, se llegó a la siempre tensa situación de estar empatados a falta de unos segundos para el final del partido. Ambos equipos tenían 80 puntos y una posible prórroga no convenía al Real Madrid, que tenía jugadores importantes eliminados por faltas y por lo tanto no iba a poder hacer su mejor juego. Ferrándiz, el entrenador, pidió tiempo muerto.

Habían hablado de aquella situación antes del partido y al finalizar el tiempo muerto el entrenador puso a Alocén de nuevo en pista y le dijo: “Lorenzo, ya sabes lo que tienes que hacer”. El Real Madrid ponía el balón en juego y Lorenzo fue a por él. Cuando se lo pasaron, lo metió en su propia canasta y lo celebró. También lo celebró la hinchada italiana, ya que aquello deshacía el empate y daba la victoria al Pallacanestro Varese, el equipo rival del Madrid aquel día.

Momentos después todos se dieron cuenta de la situación y el sentimiento cambió. Comenzaron a pitar a los españoles y a tirarles cosas desde la grada. Pero no hubo vuelta a atrás. El truco había salido bien.

El Real Madrid perdió el partido de ida por dos puntos, una diferencia mucho menor de la esperada si iban a la prórroga. En el partido del vuelta los españoles ganaron por 18 puntos y siguieron en la competición, aunque perdieron la final.
La FIBA cambió entonces el reglamento y para evitar que la treta se repitiera prohibió la auto-canasta. Pero aquel día valió, los dos puntos de Alocén sirvieron al Madrid para seguir vivos en la Copa de Europa.

Baloncesto, números y estadística. Ferrándiz pensó que las probabilidades (estadística) de ganar en la prórroga eran pocas y que mejor perder por 2 puntos que por 20 (números). Y con aquella decisión Alocén pasó a la historia del baloncesto.

Fuente: El periódico de Aragón y As.com

Curistoria

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