
Francisco I, rey de Francia, y Carlos V, rey de España y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, tuvieron una rivalidad de años. Más que una rivalidad, de hecho. El dominio de Europa estaba en juego, incluyendo algunos territorios concretos. Ya les conté cómo el francés acabó preso tras la batalla de Pavía, de la que este año se cumplen 500 años, y fue encarcelado en España. Después de ser liberado, Francisco I retó a Carlos V a un duelo y cuando este aceptó el francés se echó atrás, robándonos el episodio memorable de la historia que hubiera sido aquel enfrentamiento de reyes.
En 1526, Francisco I fue liberado a cambio de aceptar la entrega de Borgoña al español, y renunció a sus pretensiones sobre territorios en Italia, como Nápoles y Milán. Una vez libre, se echó para atrás en el cumplimiento de los acuerdos, a la vez que se aliaba con los ingleses y el papado, entre otros, en contra de Carlos V.
Esto dio lugar a una serie de intercambios diplomáticos entre las cortes a uno y otro lado de los Pirineos, que eran acusaciones sobre quién de los dos había mentido, actuaba de mala fe o había roto el pacto firmado. La situación fue cada vez a peor y los ataques se hicieron más directos hasta que todo dio lugar a un nuevo casus belli.
Francisco I retó a Carlos V a un duelo y cuando este aceptó el francés se echó atrás, negándose a leer los documentos de respuesta
Todo se sustanció en que en 1528 el rey francés retó a un duelo singular al español. Era un paso más dentro de sus encontronazos, pero tenía algo especial. Por una vez, en lugar de llevar a todos sus hombres a una batalla, la cuestión podía ser resuelta en un combate entre ellos dos, sin más intervinientes. Los representantes de Francisco I se presentaron en Burgos y entregaron un documento a la corte del emperador con el desafío.
Una lucha de uno contra uno que, quizás, el francés no pensaba que el emperador fuera a aceptar, pero que aceptó. En realidad Carlos V se veía obligado, en cierta medida, porque rehuir el encuentro daba la razón al francés sobre los motivos por los que lanzaba el desafío.
La idea era un enfrentamiento según los códigos de caballería, uno contra uno en combate singular. El francés, que lanzaba el guante, se reservaba el derecho a elegir armas y, a cambio, ponía en manos del español la selección del lugar. Carlos V dijo que cerca del río que pasa entre Fuenterrabía y Hendaya era el punto elegido. Pero al final todo quedó en nada.
El rey español escribió que le parecía bien jugarse la vida si eso salvaba a su reino de otra guerra
El emperador escribió esto sobre el duelo que se le planteaba:
[…]llegó a esta villa de Monzón un faraute del rey de Francia con un cartel de desafío de su persona a la mía, a causa de ciertas palabras que yo había dicho a sus embajadores y al dicho faraute al tiempo que él y el rey de Inglaterra hicieron el desafío general en Burgos. Lo cual yo hice (viendo que con el dicho rey de Francia no han aprovechado ningunos medios ni cosas en que yo he venido) para asentar la paz en la Cristiandad, creyendo que por esta vía vendríamos a ella y se acabarían nuestras diferencias, y se excusaría la guerra y efusión de sangre, teniendo por mejor aventurar mi persona que no ver tantos trabajos, muertes y daños en mis reinos y vasallos e servidores.
Un faraute, por cierto, es un mensajero, un heraldo. Y justo al heraldo enviado desde España los franceses le pusieron impedimentos para que entregara la respuesta. Y cuando esto ocurrió, Francisco I dijo que no admitía más escritos por parte del rey español y que no los iba a leer. En resumen, podríamos decir que se echó atrás, no sé si una vez ya conseguido lo que buscaba. Porque seguro que su desafío tenía alguna razón oculta y nunca pensó en pelear.
Ojo, también hay que ponerse en el caso de que Carlos V sospechara que el otro no iba a tener arrestos para llegar hasta el final y por eso aceptó. Quién sabe con qué motivaciones internas actuó cada uno de ellos.
No hace mucho les conté una propuesta que surgió en Estados Unidos que abogaba por que aquellos que votaran sí a la guerra, fueran a combatir. Esta historia me ha traído a la memoria esa iniciativa, por lo que decía Carlos V en el texto que les copiaba más arriba. Creía que era mejor que él se jugara la vida a que la guerra y la sangre se cebaran con sus reinos y vasallos.