El curioso motivo tras la invención de las tiritas

El curioso motivo tras la invención de las tiritas

Seguramente el nombre de Earle Dickson no les diga nada, ni el de su esposa Josephine. Pero estoy convencido de que han usado su invento más de una vez. Yo, sin ir más lejos, lo he usado varias veces esta misma semana. Detrás de ellos dos está el curioso motivo tras la invención de las tiritas. Eso sí, como veremos, no fue este hombre el primero en tener la idea.

Earle Dickson nació en 1893 en el sur de Estados Unidos. A los 20 años se casó con Josephine Frances Knight, que era una aplicada cocinera, aunque podríamos aventurar que un poco torpe. Digo esto porque no paraba de cortarse con los cuchillos o con otros utensilios. Las verduras en juliana debían ser su martirio.

El curioso motivo tras la invención de las tiritas tiene que ver con los accidentes en la cocina de una mujer

La cuestión es que cada vez que se cortaba, Josephine se vendaba como podía la herida y el resultado era habitualmente aparatoso, incómodo y poco práctico. Esto hizo pensar a Earle Dickson en una posible solución, y así fue como inventó las tiritas, como las llamamos popularmente en España. Vendas adhesivas las llaman en otros lugares.

Lo que hizo el señor Dickson fue pegar un trocito de gasa estéril en el centro de una tira de cinta quirúrgica adhesiva, y proteger esa parte adhesiva con otro material para evitar que se pegara, al menos que se retirara esa protección. Enrolló la cinta con la gasa sobre sí misma creando un rulo y se lo dio a su esposa. Ahora, cuando se cortara, sólo tendría que desenrollar un poco de cinta, cortarla y pegársela sobre la herida para que la gasa la protegiera. Sencillo y práctico.

Tan sencillo y práctico era que acabó siendo un éxito rotundo, como bien sabemos todos, aunque no fue inmediato. Dickson trabajaba como comprador de algodón para Johnson & Johnson. Esta empresa fabricaba, entre otras cosas, vendajes de algodón y gasas para los hospitales y los médicos. Cuando Dickson comentó a sus compañeros el invento de las tiritas, estos le animaron a presentárselo a los jefes. Así lo hizo, y por si las palabras se quedaban cortas les mostró un uso práctico del invento. Los gerentes de Johnson & Johnson quedaron convencidos.

El marketing fue clave para que se popularizara, y para ello usaron a los Boy Scout

El arranque no fue del todo exitoso, probablemente por la presentación del producto, que era poco práctica en sus medidas. Además, era un producto nuevo y había que darlo a conocer. Y eso hicieron. En una audaz acción de marketing, Johnson & Johnson regaló sus tiritas a los Boy Scouts de todo el país para que las usaran. Si una señora en la cocina es posible que se haga una herida, unos niños en la naturaleza es más que probable que se acaben haciendo un rasguño o cayéndose. Los tipos de Johnson & Johnson acertaron de pleno y el uso se extendió rápidamente gracias a lo útiles que resultaron las tiritas para los muchachos de los Boy Scout.

Además, cambiaron el formato ofreciendo otras dimensiones, lo que acabó por rematar el éxito. Esto era en torno a 1924. Por supuesto Dickson fue ascendido en la empresa, ya que les había regalado una fuente de negocio maravillosa. Llegó a ser directivo de Johnson & Johnson.

Ha pasado un siglo, y sigue siendo un elemento muy útil en cualquier casa y en cualquier bolso o mochila. Nunca sabes cuándo te va a venir bien una tirita. Por supuesto, han ido mejorando, pero la idea y el formato no han cambiado mucho desde que lo diseñó Earle Dickson para ayudar a su esposa. En España a este producto se le llama tiritas porque ese fue el nombre comercial que el empresario Gerardo Coll le dio en 1954. Un caso claro en el que la marca comercial ha pasado al lenguaje popular, como los kleenex. Estuvieron en la Segunda Guerra Mundial y han llegado hasta a la luna, porque iba en el botiquín del vehículo que se posó en la superficie en la misión del Apolo 11.

Dicho todo esto, no fue Dickson el primero en tener la idea. El alemán Paul Beiersdorf, fundador de Beiersdorf AG, había inventado y patentado ya en 1882 un producto similar. Aquel invento fue casi el comienzo de la empresa, que hoy sigue viva y es un gigante con unos 20.000 empleados. Eso sí, el fundador vendió la empresa en 1890, aunque esta mantiene su apellido en el nombre. La verdad, no sé si Dickson conocía el producto de Beiersdorf cuando se le ocurrió su idea, pero es posible que por su trabajo y el momento, llegara al mismo punto al que había llegado el alemán sin saber que este ya había inventado las vendas adhesivas.

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