Bertrand Russell fue un tipo fascinante. Una pieza clave en la historia de la lógica y de la matemática, que además fue capaz de hacerse merecedor del premio Nobel de literatura, que ganó en 1950. Un tipo fascinante. Si quieren acercarse a él de manera amena, les recomiendo el cómic Logicomix: Una búsqueda épica de la verdad. Dicho esto, la curiosa historia de Bertrand Russell, la cárcel y su reclutamiento es una anécdota que escapa a la lógica.
La curiosa historia de Bertrand Russell, la cárcel y su reclutamiento es todavía mejor porque estaba preso por ser pacifista
Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial Russell se contaba entre los intelectuales europeos que vieron aquel enfrentamiento como una brutalidad, como una vuelta a un pasado sin sentido. Russell había nacido en 1872 y cuando se implantó en Gran Bretaña el servicio militar obligatorio en 1916, él tenía 43 años. Por lo tanto, estaba exento del servicio, que llegaba hasta los 40 años. No obstante ayudó a otros a librarse de ir al frente y de servir en el ejército.
Russell asesoraba y defendía a jóvenes que no querían ir a la guerra, su posición no era sólo teórica, aunque esto último fue lo que le trajo problemas. En ese 1916 recibió como castigo una multa por escribir un documento a favor de la objeción de conciencia. Eso no fue todo, lo expulsaron además del Trinity College de Cambridge, donde era profesor. Tras la guerra fue readmitido gracias al apoyo de otros colegas, pero no acabaron sus problemas con la justicia con esos dos castigos.
Russell estaba preso y el gobierno lo buscaba para el reconocimiento médico antes de enviarlo al ejército
En 1918 escribió un documento abogando por un acuerdo de paz y en el que se preguntaba si las tropas estadounidenses que estaban en Gran Bretaña no eran una fuerza de intimidación contra los trabajadores en huelga en el país. Esto hizo que fuera acusado de publicar textos que iban contra su país y las relaciones internacionales de este. Aquello lo llevó a la cárcel.
Estuvo preso cinco meses, aunque la condena eran seis. En ese año 1918 los británicos elevaron la fecha máxima del servicio militar obligatorio hasta los 50 años, incluidos. Esto metía en el bombo de reclutamiento a Russell y acabó causando que se le requiriera para que se presentara al examen médico necesario para saber si era apto para ser militar. Un ejemplo claro de burocracia donde la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda. En descargo de los británicos hay que decir que hablamos de hace más de un siglo, y la gestión de la información no debía ser tan ágil como puede ser en la actualidad.
Por un lado el gobierno lo tenía preso y por otro le pedía que se presentara al examen médico. Russell se tomó la situación a risa cuando se enteró del problema, pero lo cierto es que salió de la cárcel en septiembre y a la guerra le quedaban dos meses, así que se libró de ir a filas. En la Segunda Guerra Mundial, por cierto, su posición cambió y expuso que acabar con Hitler era necesario y que por lo tanto la guerra, en ese caso, era un mal necesario.
Esta historia me recuerda a la de Valle de la Cerda, el criptoanalista de Felipe II que los ingleses intentaban capturar sin saber que ya lo tenían preso.
Extraordinario personaje en lo público; del cual hay que resaltar hoy su defensa de Palestina y su condena al régimen sionista de Israel, al que calificó de imperialista y agresivo, que «wishes to consolidate with the least difficulty what it has already taken by violence. Every new conquest becomes the new basis of the proposed negotiation from strength, which ignores the injustice of the previous aggression.»
Russell también fue pionero al proponer la renta básica universal, concepto que hoy va ganando consenso entre los expertos.
Gracias, José Gregorio. Hay por ahí una voluminosa autobiografía que tendré que comprar y leerme, creo yo.