El empeño de Parmentier por popularizar la patata

El empeño de Parmentier por popularizar la patata

En la película Forrest Gump, Bubba, el compañero del protagonista en la guerra de Vietnam, lista una cantidad enorme de recetas con gambas. Sabía todo lo que hay que saber sobre el negocio de las gambas, aseguran. Tanto le habló de gambas a Forrest que acabó por generarle el interés por ese alimento. Y de ahí, al éxito. Algo parecido, salvando las distancias, ocurrió hace un par de siglos con Antoine-Augustin Parmentier y su empeño por popularizar la patata. Por cierto, un año después del estreno de la película, se creó una cadena de restaurantes con el nombre de Bubba Gump Shrimp Company, y es todo un éxito.

Los primeros europeos que probaron la patata fueron los exploradores españoles que llegaron a América a comienzos del siglo XVI. No tardaría en trasplantarse ese tubérculo de un lado al otro lado del Atlántico, pero no triunfó como alimento humano, y se quedó en recurso para los animales y en mera decoración. Obviamente, en caso de necesidad uno le pegaba un mordisco, pero poco más. No era un alimento del que uno presumiera en sus recetas o en la mesa. Esto cambió gracias a un francés.

Durante siglos, la patata era un alimento para animales y una flor, no era una opción para una mesa distinguida

Hablamos de Parmentier, un farmacéutico y jardinero francés nacido en 1737 y fallecido en 1813. Estaba convencido de que la patata podía dar mucho juego y se empeñó en hacerla popular. Había comprobado su valor nutritivo siendo prisionero en Prusia durante la Guerra de los Siete Años. En esa triste y precaria situación se vio obligado a salvar las reticencias iniciales y se abrió un mundo ante él. Una vez de vuelta en Francia, quería que todos valoraran la patata tanto, porque además estaba convencido de que así ayudaba a su país. Para promover su consumo recurrió al mismísimo rey de Francia, Luis XVI.

Argumentó al rey y a quien quisiera escucharle que el tubérculo debía convertirse en un cultivo esencial y que, a partir de ahí, podía desarrollarse como alimento y servir para combatir las habituales hambrunas. Tenía que luchar contra la tradición, y eso nunca es fácil, pero Parmentier dedicó mucho esfuerzo en ello. Hablaba de su valor nutricional y de su capacidad para llenar las barrigas con cierta facilidad, a la vez que su cultivo era sencillo y productivo.

Luis XVI prestó atención a sus palabras, entre otras cosas porque necesitaba mejorar la alimentación de su pueblo. Hay una anécdota, aunque probablemente sea leyenda, que asegura que el rey lucía flores de la planta de la patata en su solapa, para dignificarla y así reducir las reticencias a consumirla.

En una buena jugada, Parmentier puso a guardias a vigilar sus cultivos de patata, para dar a entender que tenían valor

En las afueras de París, Parmentier plantó patatas en algunos campos y puso guardias a vigilarlos. Aquello hizo que la gente comenzara a atribuir cierto valor al producto, ya que otros se preocupaban nada menos que en protegerlo con guardias. Una forma astuta de darle valor.

Por otra parte, creó algunos platos que tenían a la patata como ingrediente importante y organizó banquetes con la alta sociedad, en los que se servían esos platos. Además, publicó textos sobre sus capacidades nutricionales, hizo públicas las recetas… y al final consiguió su objetivo.

La patata se convirtió en un producto muy popular en Francia. En España, por cierto, el camino fue similar. Hasta el siglo XVIII no se consumió la patata de forma habitual en todos los ámbitos, independientemente de si uno estaba muerto de hambre o no.

En cierto modo podríamos decir que sin Parmentier, quizás hoy no tendríamos tortilla de patata. Una muestra más de que no todos los héroes llevan capa.

2 comentarios en “El empeño de Parmentier por popularizar la patata”

  1. José Gregorio Piña T.

    Igual mérito hay que darle en España al irlandés Enrique Doyle en la adopción del consumo de la PAPA en Europa. Y escribo PAPA porque es su nombre original en quechua, y así se le conoce en los países hispanohablantes, incluyendo las Islas Canarias y buena parte de Andalucía. La confusión de nombre vino de que algunos conquistadores creyeron que la batata (o boniato) y la papa eran el mismo tubérculo. Luego, otros idiomas copiaron el término errado, como el inglés «potato».

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