El saqueo de la bodega en la toma del Palacio de Invierno

Creo que fue Napoleón quien dijo que los ejércitos marchan sobre sus estómagos. Y no está desacertada la cita, pero en no pocos casos esos estómagos han buscado más el alcohol que el alimento. El saqueo de la bodega en la toma del Palacio de Invierno es otro ejemplo de esto en la historia, pero hay muchos más casos.

El saqueo de la bodega en la toma del Palacio de Invierno acabó con la intervención de los bomberos, pero no precisamente para apagar un fuego

Acabo de empezar a leer la biografía de Lenin escrita por Victor Sebestyen. Lo cierto es que la estoy disfrutando mucho, tanto por el personaje, que es apasionante, como por la forma de escribir de Sebestyen. Le dedicaré una entrada completa al libro cuando lo finalice, pero de momento les traigo aquí alguna historia.

El asalto al Palacio de Inverno de Petrogrado fue un momento clave en la Revolución de Octubre de 1917. El Comité Militar Revolucionario ruso y su Guardia Roja se hicieron con el control del palacio y de paso con el del gobierno, que tenía su sede allí. Ocurrió la noche del 25 al 26 de ese mes de octubre de 1917. Como siempre, los vencedores disfrutaron de su momento.

Poro un momento los vencedores se dieron al saqueo, otra de las costumbres de los ejércitos y de las tropas. El Palacio de Invierno tenía una importante colección de tesoros y objetos, provenientes de las posesiones del zar. Pero en este caso, los líderes del Comité Militar Revolucionario consiguieron contener a sus hombres y el saqueo se detuvo cuando todavía era incipiente. Los tapices, los relojes y otros objetos de valor, fueron devueltos a su sitio y se respetó casi todo, porque como decían los jefes bolcheviques, todo aquello «pertenecía al pueblo«.

La bodega del palacio no se libró del saqueo

Pero hubo un lugar al que ese respeto y sentido de la responsabilidad no llegó. Ese lugar fue la bodega. La bodega del zar en el palacio era, con seguridad, una de las mejores del mundo, con vinos y licores de todo tipo. Los revolucionarios bolcheviques se pusieron a catar todo aquello una vez tomado el control del edificio. Como con el saqueo, desde los mandos se trató de contener a los hombres, pero en este caso fue imposible.

Según la narración de los líderes bolcheviques, enviaron a algunos guardias especialmente seleccionados a la bodega para evitar que el resto de la tropa se diera a la bebida. Estos guardias seleccionados se emborracharon. Enviaron después a guardias de los comités regimentales, en los que debían tener más confianza, por lo que parece. Se emborracharon. Y al final todo se convirtió en una bacanal, palabras textuales.

Entonces tuvieron que optar por una decisión más drástica. Llamaron a los bomberos de Petrogrado para que inundaran de agua la bodega. Con esta acción pretendían mantener todo el licor a salvo y alejado de las manos de los hombres. Supongo, que no era sólo por salvar el licor y el vino, sino que también para mantener a los suyos sobrios, por si había problemas. Los bomberos llegaron a la bodega del zar con la orden de inundarla, pero también se emborracharon.

¿Quién puede culpar a todos estos hombres de darle un trago a los buenos licores del zar después de la tensión del asalto? Si bien, como cuenta Sebestyen, la toma fue mucho más sencilla de lo esperado a pesar de la épica con la que se ha contando muchas veces. No se les puede culpar, insisto. La historia está llena de hombres que se tiraron a los brazos de la embriaguez antes y después de la batalla. Ejércitos enteros. Recuerden, si no, la curiosa historia de la batalla de Karánsebes. Los líderes rusos tendrían que haber llamado a Carry Nation, la señora que destrozaba bares con un hacha para protestar contra la bebida, y quizás ella hubiera puesto orden con sus drásticos métodos.