Volvemos a hablar de batallas y de errores militares tontos, de los que la historia está sembrada. También está llena de hechos heroicos y días inolvidables, todo sea dicho. En este caso retrocedemos hasta 1788, cuando los imperios austriaco y otomano andaban dándose de todo menos la mano (vaya chiste triste, ustedes disculpen). A mediados de septiembre de aquel año tuvo lugar la batalla de Karánsebes en la que combatieron austriacos contra… ¿lo adivinan? Contra más austriacos.
El ejército austriaco, con unos 100.000 soldados, estaba organizándose cerca de Karánsebes, una ciudad rumana en la actualidad. Un grupo de húsares partió a explorar el entorno en busca del enemigo. No hubo suerte, y aquel grupo de exploración no localizó al ejército turco, pero sí encontró a un grupo de gitanos que les ofreció un poco de alcohol. Estos húsares, como era de esperar, compraron aquel alcohol y bebieron un poco. O quizás no fue tan poco. La cuestión es que cuando se quisieron dar cuenta, la infantería de su propio ejército les había alcanzado y también querían un poquito de aquella bebida. Los primeros, que habían pagado los barriles, se negaron a compartirlos y se dispusieron a protegerlos.
La infantería, que parecía las Naciones Unidas actuales al tener lombardos, eslavos, austriacos…, comenzó una pequeña bronca con los húsares por la bebida. Aquello se desmadró ligeramente y finalmente tuvieron que intervenir los oficiales. Uno de estos comenzó a gritar «Halt! Halt!», que en alemán viene a ser «Alto! Alto!». Pero como allí no todo el mundo entendía bien este idioma y el escándalo debía ser considerable, algunos entendieron: «Allah! Allah!». Es decir, alguien estaba gritando el nombré de Alá, y en aquella situación no podían ser otros que los otomanos. Que por otra parte, ni estaban allí y, de momento, no se les esperaba.
La mala suerte quiso que un grupo de caballería que estaba llegando en aquel momento tomara el barullo por un ataque enemigo e hiciera una carga. Los comandantes de artillería, al ver aquella carga de caballería, supusieron que era una carga otomana, y comenzaron a disparar. Todo este jaleo, la lucha, los disparos de artillería… acabaron por descentrar a todo el campamento, y en lugar de organizarse y esperar a ver qué ocurría, comenzaron a disparar. Si ustedes lo piensan un momento es algo lógico: estaban en guerra, era casi de noche y había disparos y pelea. Era justo pensar: yo no voy a ser el último en disparar. Y lo inevitable sucedió; los austriacos comenzaron a dispararse los unos a los otros, como por otra parte llevaban rato haciendo.
Finalmente hubo suerte y todo aquel ejército se replegó para evitar al enemigo, que no era otro que ellos mismos, y la cosa se tranquilizó. Los otomanos llegaron dos días después y descubrieron casi 10.000 muertos y heridos, ¡por fuego amigo!
Ahora bien, no me pidan ustedes que valore de quién fue la culpa; del alcohol, de los avaros húsares, de los gitanos que vendieron el alcohol, de la borracha infantería, de un mando por dar voces en alemán, de la noche… Complicado. Pero sumen todo ello y llegarán a esta absurda batalla.
absurda batalla y tambien cómica, ya me imagino todo ese jaleo que se armó.
Muy Buena la entrada
Saludos
Esther.
Si no fuera por los muertos, hasta resulta graciosa esta batalla.
No se cuales serán tus fuentes, pero son muy interesantes todas las entradas de tu blog.
Por cierto, te dejo aquí la dirección del nuestro que trata temas de cultura en general (cine, literatura, viajes, música…) http://manuelufano.blogspot.com/
Te hemos añadido como blog recomendado.
Un saludo.
Gracias Esther por tu comentario.
Manuel, mis fuentes son los libros que voy leyendo, la wikipedia, Internet en general, más libros…
Tomo nota de tu blog y mil gracias por «recomendar» el mío.
Saludos.
En el combate del Ferrol, en 1795, dentro de una de las múltiples guerras hispano-inglesas, los barcos españoles iban de noche con una distancia considerable entre uno y otro.
Los ingleses pusieron uno de sus barcos en medio, disparó por ambos lados, es decir al barco español que tenía a babor y al que tenía a estribor, y rápidamente se paró arriando todas sus velas y dejando por lo tanto, de nuevo a los barcos españoles unos alineados a los otros.
En la noche, los barcos españoles mepezaron a dispararse unos contra otros creyendo que el otro les había disparado. Esa noche se perdieron 5 navíos.
Es una muestra de habilidad de los ingleses, que en el mar siempre han sabido sacar ventaja por la fuerza o por la astucia, como en este caso.
Este episodio viene descrito en los episodios nacionales, trafalgar, de perez galdós.
un saludo
Mil gracias amigo por esa genial historia.
Saludos.