El arqueólogo aficionado que encontró las flechas más antiguas del mundo al lado de su casa

El arqueólogo aficionado que encontró las flechas más antiguas del mundo al lado de su casa

Alfred Rust fue un arqueólogo aficionado, nacido en Hamburgo en el año 1900. Era electricista de profesión, pero su pasión por la arqueología le llevó a investigar de forma amateur y conseguir algunos logros notables. Se fue a investigar y explorar muy lejos de su casa, a miles de kilómetros, en bicicleta, y eso casi le cuesta la vida. Al final el tesoro estaba al lado de Hamburgo. Esta historia sobre el arqueólogo aficionado que encontró las flechas más antiguas del mundo al lado de su casa es una interesante metáfora sobre la búsqueda de determinadas cosas.

El arqueólogo aficionado que encontró las flechas más antiguas del mundo al lado de su casa era un electricista de Hamburgo

Nacido en una familia modesta y criado por su madre soltera, comenzó a trabajar como electricista muy joven, aunque por las noches estudiaba arqueología. En 1930 cogió su bicicleta y fue desde Alemania a Oriente Medio, atraído por la cultura natufiense. Una cultura de hace unos 10.000 años, aproximadamente. El viaje arrancó el primer día de septiembre de aquel 1930, y Rust pedaleó a lo largo de los Balcanes, Turquía, Siria y Palestina, para llegar hasta Alejandría, en Egipto. Pensarán ustedes, con razón, que ese viaje en bicicleta es una auténtica paliza y que ya podía merecer la pena el destino y la cultura natufiense. Bien, pues sumen al viaje en bicicleta algunas enfermedades y males que le hicieron incluso estar ingresado en el hospital.

Aprovechando que estaba convaleciente y que no podía continuar, durante su estancia en Siria, se dedicó a explorar y a hacer algunas excavaciones. Tuvo suerte y acabó descubriendo uno de los yacimientos paleolíticos más importantes de Oriente Medio. Aquello podría haber hecho que el viaje y todas las penurias sobre la bicicleta hubieran merecido la pena para su vida como arqueólogo. Pero esa vida le reservaba una sorpresa muy especial.

En Stellmoor, a 25 kilómetros de su casa, Rust encontró objetos que cambiaron las teorías sobre los cazadores-recolectores

De vuelta a Hamburgo, a su casa, retomó su trabajo como electricista y pasó a dedicar tan solo su tiempo libre a la arqueología. A pesar de su amateurismo, Rust utilizaba algunas técnicas avanzadas en sus excavaciones y sus conocimientos no eran para nada despreciables. Y no le iba mal en esa labor arqueológica. Encontró restos de asentamientos del paleolítico y algunos de ellos muy notables.

En Stellmoor, que significa algo así como zona pantanosa, a 25 kilómetros de su casa, descubrió lo más relevante de su vida. Una importante contribución a la arqueología que cobra valor sabiendo que Rust era todavía un aficionado. En un yacimiento de la cultura ahrensburgiense, del paleolítico, nuestro hombre encontró arcos y flechas que cambiaron en su momento la forma de ver a esta cultura de cazadores-recolectores del norte de Europa Central. Los restos apuntaban a otra forma de cazar, y por lo tanto a otro clima y a otras necesidades.

Su contribución al avance del conocimiento sobre esos antepasados humanos no fue trivial. De hecho, le hicieron merecedor de un doctorado honorario en la Universidad de Kiel y poder trabajar ya a tiempo completo en la arqueología.

El museo donde estaban depositados los objetos que Rust descubrió fue bombardeado en la Segunda Guerra Mundial y todo se perdió

El museo de Kiel que guardaba los objetos que había descubierto Rust fue bombardeado en 1944, en la Segunda Guerra Mundial. Aquel ataque causó que se perdieran esos objetos. Todo un desastre. Rust falleció en 1983, y en 2013 su hija donó a un museo cerca de Stellmoor todos los documentos, dibujos y materiales de su padre. Entre ellos había algunos trozos de madera que pertenecían a aquellas flechas que Rust había encontrado en 1935 a tan solo 25 kilómetros de su casa.

Esas maderas fueron estudiadas con las técnicas actuales y se dataron con carbono 14. Alguno de los fragmentos se situó entre el 9900 y el 9300 antes de Cristo. Esto confirma que la flechas que encontró Rust en Stellmoor son las más antiguas del mundo, localizadas hasta hoy, como cuenta Alfredo González Ruibal en su magnífico Tierra Arrasada.

No es mal descubrimiento para ser de un arqueólogo aficionado y haber sido hecho al lado de su casa. A tan solo 25 kilómetros. Una distancia asumible para un viaje en bicicleta. Mucho más asumible que ir hasta Oriente Medio pedaleando. A veces, amigos, lo mejor y más sorprendente lo tenemos al alcance de la mano y nos empeñamos en buscarlo lejos.

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