En 1809 la villa de Madrid decidió hacer un retrato a José I de Bonaparte, el hermano de Napoleón que era en aquel momento rey de España. El proyecto se encargó a Goya en febrero de 1810, a cambio de 15.000 reales. A partir de ahí la historia tras la Alegoría de la villa de Madrid de Goya, es una muestra de la complicada primera mitad del siglo XX español.
Para cumplir con el encargo, lo ideal hubiera sido que el pintor español tuviera al francés delante como modelo, para que el retrato fuera lo más fiel posible a la realidad. Pero aquello era imposible y Goya usó una estampa que había sido pintada en Roma y que mostraba la cara del rey. La falta de modelo hizo que el pintor aragonés optara por una composición rara para un retrato real.
Como ven arriba, pintó a una mujer apoyada en el escudo de la villa de Madrid y señalando un óvalo enorme en la parte superior derecha. Donde ahora ven en la imagen superior el texto DOS DE MAYO, estaba en su tiempo el retrato del rey francés de España. El resto de los personajes representa a la fama y la victoria. Y hay un perro, que siempre es un buen símbolo.
Eso era 1810 y, como saben, la Guerra de la Independencia ya estaba en marcha. Cuando la guerra se puso mal para los franceses tras la batalla de los Arapiles, en julio de 1812 en Salamanca, José I dejó Madrid. Volvió entonces Goya a trabajar en el cuadro ante lo que se consideraba el fin del rey Bonaparte y repintó el área del cuadro que mostraba el retrato del francés. En su lugar colocó allí la palabra Constitución.
Pero José I regresó a Madrid, y entonces el cuadro se modificó de nuevo, aunque esta vez no fue Goya, sino un discípulo suyo, el encargado del cambio. Lo que hizo fue eliminar el repintado y volver al retrato original. Aquello fue flor de un día. Cuando en 1813 la victoria sobre los franceses fue definitiva, otro discípulo de Goya deshizo el último cambió y al cuadro volvió la palabra Constitución.
La historia de España continuó y el cuadro siguió también sufriéndola. Al fin y al cabo, cualquier otra obra hubiera quedad intacta, pero como esta era de la villa de Madrid, los cambios políticos eran tenidos en cuenta. Cuando Fernando VII fue rey tras la guerra y volvió a España, la constitución fue derogada y el cuadro rehecho. Era menester que se adaptara a los tiempos, y allí donde había estado José I y ahora estaba la palabra Constitución, se pintó un retrato de Fernando VII, en aquel momento, el Deseado.
Ese retrato, que probablemente no realizó Goya sino alguno de sus colaboradores, no cumplía las expectativas. Por ello, cuando Goya estaba ya en Burdeos, en 1826, se rehizo de nuevo. Siguió en él Fernando VII, pero una nueva pintura de él. En 1833 falleció el rey, y 10 años después, se le sustituyó en la obra por la inscripción Libro de la Constitución. Vuelta a lo que había antaño. Ya he perdido la cuenta de las versiones.
En 1872 llegó por fin la versión que podemos contemplar hoy en el cuadro si lo visitamos en el Museo de Historia de Madrid, que es donde se ubica. Es la versión que pueden ver en la imagen que acompaña este texto, donde se puede leer DOS DE MAYO.
Una fecha, ese 2 de mayo, en la que se celebra el día de la Comunidad de Madrid, conmemorando el levantamiento de la ciudad contra los franceses. Y en torno a ese levantamiento, la guerra que lo engloba y a algunos de los personajes relacionados con ella, ha tenido esta obra de Goya tantas versiones. En resumen, que, aunque en la obra sólo podemos ver una versión, bajo esta última forma están otras 4 que son casi la historia de parte del siglo XIX español.
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Sería curioso comentar el origen de los símbolos del escudo madrileño, estrellas, árbol y osa (y el dragón, claro) :-).
Hola, Lamastelle, no es mala idea. Apuntado queda por si cuadra echarle un ratito. Mil gracias por la sugerencia.
Buenos días, una historia de lo más interesante, la verdad. Llama la atención los cambios continuos que sufrió el cuadro y la cantidad de personas que intervinieron.
Sí, el cambio de los tiempos se iba haciendo también en el cuadro.
Saludos.