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El incendio que causó una riada de whiskey en las calles de Dublín

El incendio que causó una riada de whiskey en las calles de Dublín

La próxima semana se celebra el día de San Patricio, patrón de Irlanda, y por si a alguno se le ocurre celebrarlo con whiskey, aquí les dejo una historia sobre Irlanda y el whiskey. La historia sobre el incendio que causó una riada de whiskey en las calles de Dublín, y que acabó en una tragedia. Y no fue una tragedia por el incendio ni por la riada, sino por la sed de bebida de los irlandeses.

El incendio que causó una riada de whiskey en las calles de Dublín mandó a gente al hospital y a la tumba, pero la causa fue la sed

El 18 de junio de 1875 ocurrió una desgracia en la ciudad de Dublín. Una desgracia que podría haber sido una anécdota sin más, pero que acabó siendo una tragedia. Todo comenzó a media tarde, cuando los cerdos de las granjas cercanas comenzaron a alertas con sus berridos de que había un fuego en la zona de Liberties. En concreto en el almacén de bebidas de Laurence Malone, que fue engullido por las llamas. El almacén, se entiende, no el pobre Malone. Aquel lugar guardaba nada más y nada menos que unos 1,2 millones de litros de licor. Whiskey principalmente.

El fuego arrasó el local, y a pesar de pelear contra las llamas no se pudo evitar que el whiskey se perdiera. El valor de la bebida allí almacenada era de unas 54.000 libras de entonces, lo que serían hoy unos 6 millones de euros. El calor hizo que algunos de los barriles explotaran y que la bebida acabara derramada por el suelo. Ojo, eran 1,2 millones de litros, lo que era un pequeño riachuelo de whiskey de unos 15 centímetros de profundidad.

La pérdida fue una desgracia, como decía. Por el dinero en bebida y por el propio local, pero no pasaba de desgracia. Afortunadamente nadie perdió la vida por el incendio, las llamas o el humo. La riada de whiskey salió a las calles, y llegó a derribar algunas casas. Aún así, no hubo muertos por esto tampoco.

La gente bebía del riachuelo del whiskey con lo que tenía: gorros, botas…

A medida que avanzaba el whiskey por las calles y se alejaba del fuego, la gente comenzó a aprovechar el momento para recoger el líquido con lo que tenía más a mano, incluidos gorros, sombreros y cualquier cosa capaz de retenerlo. Hubo quien se descalzó para usar sus botas como vaso. Algunos no pasaron de recogerlo en sus manos y beberlo directamente. Y entonces fue cuando la desgracia devino en tragedia.

Como decía, nadie murió por el propio fuego, pero el consumo de la bebida sí trajo algunos problemas. De los ansiosos bebedores, 24 acabaron intoxicados y llevados a distintos hospitales. Algunos acabaron peor, ya que 13 personas murieron por beber de aquel río de whiskey, no sé muy bien si por la cantidad que bebieron o por lo que realmente tenía el licor después de correr por las calles. Quizás una mezcla de ambas cosas. Aquí está la tragedia, en esas 13 vidas que la bebida se cobró.

A esas 13 vidas hay que unir la de un perro que se emborrachó y acabó con un ataque de hiperactividad. Perdió el control y saltó por una ventana de cierta altura, muriendo en la caída.

Una tragedia esta de Dublín que tenía un precedente similar en la inundación de cerveza de Londres de 1814 que mató a 9 personas.

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  • Otro caso parecido: La gran inundación de melaza de Boston (en inglés: Great Molasses Flood) tuvo lugar el 15 de enero de 1919 en el barrio de North End en Boston, Massachusetts, Estados Unidos. El desastre ocurrió en la destilería local de Purity Distilling Company,. Un fallo estructural en un tanque que almacenaba una gran cantidad de melaza anegó por completo las calles del norte de Boston, avanzando a unos 56 kilómetros por hora. La inundación acabó con la vida de 21 personas e hirió a otras 150

  • José Gregorio, había escuchado alguna vez esta historia de Boston pero no la tenía en la cabeza. Gracias por compartirla.
    Al final no van a ser tan extrañas las riadas de líquidos diferentes al agua :).

    Un saludo.

  • Conozco otra: en Cocorote, Estado Yaracuy, en Venezuela, existe una estatua ecuestre, inaugurada en 1973, de tamaño heróico (unos siete metros de largo por unos 3,5 metros de alto) del General José Antonio Páez Herrera, héroe de la independencia venezolana y tres veces Presidente de la República. El conjunto escultórico luce montado sobre un hermoso pedestal, en una plazoleta, situada en la cumbre de una pequeña colina.
    El caso es que, durante muchos años una colonia de abejas radicó su panal dentro del cuerpo hueco del cuerpo del caballo del conjunto escultórico, llegando a acumular más de ocho toneladas de miel; hasta que el peso derribó la estatua, lo que ocasionó una ola de miel que corrió hacia el pueblo por unas dos cuadras.

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