He leído el fin de semana pasado el libro Un verdor terrible, de Benjamín Labatut, en el que se recogen unas pocas historias a caballo entre la física, las matemáticas, la biografía, la guerra y la ficción. Muy recomendable. En él he conocido la historia de Demmin, El pueblo alemán de los 1.000 suicidios por miedo a los soviéticos.
No estamos ante algo como el mito del Efecto Werther y los suicidios por imitación, sino ante un suicidio masivo por desesperación. Demmin es una ciudad en el nordeste de Alemania, no demasiado grande. En las últimas semanas de la Segunda Guerra Mundial, ante la llegada inminente del Ejército Rojo y viendo que se había perdido la guerra y no quedaba mucho por hacer, su población colapsó. Es complicado hacerse a la idea de lo que debieron sentir aquellas personas, ni el miedo que las conquistó, pero parece que había varias causas, como veremos.
Demmin, el pueblo alemán de los 1.000 suicidios por miedo a los soviéticos, tenía unos 15.000 habitantes, así que suicidó el 6% de su gente
En apenas 3 días, contando desde el 30 de abril de 1945, los suicidios se multiplicaron en Demmin. No fue un solo suicidio colectivo, sino la suma de muchos individuales. Hablamos de cerca de mil muertes en una población de unos 15.000 habitantes. Las tropas alemanas, y los gobernantes, habían abandonado el lugar a su suerte. Para entorpecer el avance enemigo, los soldados derribaron los puentes que unían el lugar con los caminos hacia el oeste. Esos caminos eran la vía de huida de la gente de Demmin. En otras palabras, los habitantes quedaron encerrados entre los ríos y los rusos.
Los ríos fueron uno de los lugares habituales para suicidarse. Son tres los ríos (Peene, Trebel y Tollense) que discurren por la zona. Dos de ellos desembocan en el tercero. Tal era el miedo que se había creado frente a los rusos, que a los alemanes de Demmin les pareció mejor la muerte que quedar en sus manos. A los ríos se lanzaron muchos ciudadanos, lastrados con piedras para ahogarse. Familias enteras. Otros se ahorcaron. Hubo quien disparó a su familia para luego matarse él.
Bien es cierto que los rusos saquearon y violaron, según los testimonios de la época. Además, Demmin había apoyado el nazismo de manera clara, por lo que en realidad muchos contemplaban la descomposición de su mundo. No había futuro para ellos y algunos sabían que su papel como país en la guerra y en el tratamiento de los judíos, era imposible de sostener frente a los vencedores.
Esto ocurrió, los suicidios masivos, también en otros lugares de Alemania. Por ejemplo, en Berlín, en ese abril de 1945, se estima que unas 3.800 personas se quitaron la vida. Y en otras muchas localidades se cuentan los suicidios por centenares. Pero un elemento peculiar de la tragedia de Demmin fue que tras la guerra quedó bajo la influencia soviética al ser parte de la RDA. Y no convenía airear ese miedo a los rusos, así que todo se tapó durante años.