Los comienzos suelen ser complicados y por esa razón es aconsejable seguir aquella idea de hacer los experimentos, con gaseosa, que dijo Eugenio D’Ors i Rovira. Por eso han quedado por el camino muchos experimentos, porque la tragedia los alcanzó antes de hacerse populares o de ser ya indiscutibles soluciones. Pero el aerowagon, el tren propulsado por un motor de avión que acabó en desastre, no tuvo esa suerte. Murió (matando), demasiado pronto.
El aerowagon, el tren propulsado por un motor de avión que acabó en desastre, se llevó la vida de su creador
El aerowagon o aeromotowagon, fue un invento ruso de hace poco más de un siglo. Podríamos decir que era un pequeño vagón de tren que se movía sobre raíles, pero con la propulsión de un avión. Es decir, el motor que lo empujaba era de un avión y hacía girar una enorme hélice de aviación. La foto seguro que les deja claro cómo era. Esa propulsión hacía que su velocidad fuera mucho más alta de la habitual para los trenes. En un tiempo en que estos rara vez sobrepasaban los 100 km/h, el aerowagon llegaba a los 140 kilómetros por hora.
El creador era Valerian Abakovsky, un ingeniero soviético nacido en 1895 y fallecido el 24 de julio de 1921. Ese día de 1921 montó en el aerowagon acompañado de otras 22 personas para hacer una demostración del transporte. El viaje era un trayecto de ida y vuelta entre Moscú y Tula, una localidad a unos 200 kilómetros al sur de la primera.
En aquel tiempo los trenes eran esenciales para el movimiento de tropas, por lo que no es extraño que se pensara en el aerowagon como un método para trasladar personajes importantes, mandos y hombres del partido en viajes importantes. Esto hizo que se aprovechara un congreso internacional de organizaciones sindicalistas en Moscú para hacer un viaje de demostración y así ir labrando la popularidad de la creación de Abakovsky.
El desastre fue internacional, con muertos de 5 nacionalidades distintas
El viaje de ida discurrió sin contratiempos, pero en el retorno a Moscú el aerowagon descarriló cuando estaba demostrando su velocidad. El resultado fue desastroso. No sólo para el propio Abakovsky, que perdió la vida, sino también para otros 6 hombres, que tuvieron el mismo destino. A bordo iban 22 personas y 6 murieron en el accidente, mientras que otro lo hizo por las heridas que sufrió en el mismo.
Como los ocupantes formaban parte del congreso internacional de sindicatos, el desastre fue internacional. Dos rusos, incluido Abakovsky a sus 25 años, dos alemanes, un búlgaro, un australiano y un británico completaban el listado de fallecidos. Los enterraron en la Necrópolis de la Muralla del Kremlin, en el que sería el último entierro múltiple en el lugar en los años 20.
Así acabó la historia de este invento, pero el aerowagon no fue el único en su especie ni fue el final de este tipo de trenes, aunque nunca llegaron a despegar como solución de transporte. En las décadas siguiente hubo otras versiones rusas, pero también las hubo alemanas y estadounidenses.