Ayer les decía que estaba el libro El último asesino, escrito por Peter Stothard. En él he leído una historia que me ha recordado a cuando mataron al cuñado del primer ministro de Japón al confundir a uno con otro. El libro habla de la muerte de Helvio Cinna, el poeta romano al que asesinaron por un error con su nombre al ser confundido con otro Cinna.
El poeta romano al que asesinaron por un error con su nombre como si fuera una escena de La vida de Brian
Si les digo que Helvio Cinna murió en Roma el 20 de marzo del año 44 a.C., seguro que ya empiezan a atar cabos, porque 5 días antes, el día 15, habían asesinado a Julio César. Precisamente de este asesinato y, especialmente, de lo que les ocurrió a los que se conjuraron para cometerlo trata el libro de Stothard.
La cosa es que Helvio Cinna no tuvo nada que ver en el asesinato del César. Se le recuerda hoy como poeta, aunque también fue tribuno de la plebe y, por lo tanto, ejerció como político. Pero no se destacó como uno de los asesinos de Julio César, aunque eso le costara la vida.
El día del funeral del dictador se celebró una ceremonia con discursos y actos casi teatrales en su honor. Como es normal, entre los congregados para ello había más detractores de los asesinos que partidarios. El jaleo y las voces de los congregados hacían que no se oyera bien lo que se iba diciendo y el lío de personajes políticos con nombres parecidos generó confusiones. Se vitoreó a alguno pensando que era otro, por ejemplo, sencillamente porque entre el gentío se destacó la voz del orador cuando decía Casio, sin saber muy bien los oyentes a qué Casio se refería. En el sentido opuesto estuvo nuestro Cinna y lo pagó caro.
Aquel sindiós que se llevó a Cinna en un ejemplo de lo peligrosa que es una turba
Al pobre Helvio Cinna lo confundieron en medio de aquel sindiós con Cornelio Cinna. Este segundo era pretor y era uno de los hombres que estaban acusados de haber participado en el asesinato. La turba, como si se tratara de una escena sacada de La vida de Brian, tomó al poeta por el otro y lo mató. Lo decapitó y su cabeza fue paseada por las calles clavada en una estaca. Terrible confusión. Lo más curioso es que ese Cinna del final del nombre que relacionaba a uno y otro no tiene que ver con el linaje. Así que sería algo así como si aquí mataran a un José al confundirlo con otro que se llama también José. Una locura y una muestra de lo peligrosa que es la gente arremolinada y enardecida.
Dicho todo esto, y aunque así lo cuenta Stothard en su libro, hay que decir que no está del todo claro que esto ocurriera así, aunque algunos testimonios de la época lo narran. Es el caso de Suetonio y otros, pero aún así parece que los estudiosos tienen alguna duda. Lo que dice Suetonio en su Vida de los doce césares al respecto es:
En cuanto terminaron los funerales, corrió el pueblo con antorchas a las casas de Bruto y Casio, siendo rechazado con gran trabajo: en su camino encontró a Helvio Cinna, y a consecuencia de un error de nombre, tomándole por Cornelio, a quien odiaba por haber pronunciado el día anterior un discurso vehemente contra César, lo mató y paseó su cabeza clavada en una pica.