Es curioso que se conozcan los fundadores de Alcohólicos Anónimos, ya que por su propio nombre deberían permanecer en el anonimato. Pero no es así. Los primeros miembros de este movimiento de ayuda para abandonar la bebida fueron un médico y un agente de bolsa estadounidenses. Ambos, alcohólicos, eso sí. Por lo tanto, los primeros Alcohólicos Anónimos no eran anónimos, pero sí alcohólicos. Hasta aquel momento, porque salieron del infierno.
Los primeros Alcohólicos Anónimos no eran anónimos, pero sí alcohólicos, y consiguieron dejar la bebida y ayudar a muchísimas personas
Bill y Bob, que así se llamaban, habían intentado dejar el alcohol en el pasado, con ayuda de algunos grupos que abogaban por la vida espiritual como camino para encauzar las vidas. Allí, la mayoría eran no bebedores, pero esa ayuda sirvió para que Bill fuera capaz de dejar la bebida. Como agente de bolsa, había ganado dinero y disfrutaba de una carrera prometedora, aunque todo se había diluido en la bebida. Antes de los 40 años ya se había dado cuenta de que necesitaba ayuda médica para poder encauzar sus problemas, su enfermedad. Y lo consiguió.
Desde esa nueva vida, trató de ayudar a otros alcohólicos a rehabilitarse, aunque parece que con poco éxito al comienzo. En cambio, el Dr. Bob, el otro fundador del movimiento, seguía bebiendo y destrozando su vida a pesar de los intentos por dejarlo. Pero la constancia es un buen camino, como demostró Paul Ehrlich, el padre de la quimioterapia, que falló 605 veces antes de acertar.
En 1935, Bill, ya sobrio, viajó a Akron, en Ohio, por motivos laborales. Allí buscó a algún alcohólico con el que hablar y al que poder ayudar desde su experiencia. El médico del pueblo era el Dr. Bob, y era un buen candidato. A pesar de sus intentos, el Dr. Bob no había podido abandonar la bebida. Aunque ya había habido alguna reunión con el espíritu de los Alcohólicos Anónimos, se toma como fecha de su fundación el 10 de junio de 1935, el último día en que el Dr. Bob se emborrachó.
El día de la fundación de Alcohólicos Anónimos es el día de la última borrachera de uno de sus fundadores
Supongo que con cierta resaca por esa última borrachera, el Dr. Bob pasó el día con Bill, hablando sobre cómo ayudar a otros a dejar de beber. Dieron con la idea de que era más razonable partir de la idea de estar 24 horas sobrio, que pensar en que ya no se iba a poder beber nunca más. Esa idea era poderosa. No enfrentarse mentalmente a todo el camino, sino tan sólo al más inmediato y siguiente paso. Es decir, centrarse en aguantar las próximas 24 horas sin beber.
En el hospital de Akron, Bill y el Dr. Bob comenzaron a ayudar a otro pobre hombre preso de la bebida. Era un abogado que estaba allí ingresado y cuyo nombre también era Bill. Este nuevo Bill escuchó a los dos ya ex alcohólicos, y les prometió que no bebería más. El abogado cumpliría su promesa y es reconocido como el tercer miembro de la historia de Alcohólicos Anónimos.
Bill S. volvió a Nueva York y allí siguió con su labor, lo que podemos tomar como el momento en que la expansión geográfica se instauró. En poco tiempo, el número de asistentes a las reuniones se contaba por miles. Así fue el origen de una labor que pasa ya de los 86 años de vida y que, estoy seguro, ha salvado la vida de muchas personas. Las ha salvado desde un punto de vista literal en muchos casos, y en muchos más desde un punto de vista metafórico, devolviendo a una vida razonable a personas atrapadas en la adicción a la bebida.
El Dr. Bob falleció en noviembre de 1950 y Bill en enero de 1971, por lo que podemos decir que su proyecto les ha sobrevivido. Hasta aquel último día, permanecieron sobrios. No eran anónimos porque Bill era William Griffith Wilson y el Dr. Bob era Robert Holbrook Smith.
Fuente de la foto: ALO House Recovery Center