Japón planeó matar a Chaplin para provocar una guerra con Estados Unidos

Japón planeó matar a Chaplin para provocar una guerra con Estados Unidos

Durante los años 30, Japón estuvo envuelto en un combate interno, tanto político como militar, para conseguir el poder y cambiar la forma de dirigir el país. Una parte del ejército pretendía dar un golpe de estado, con apoyo de algún partido político, e implantar su nacionalismo. En esta situación hubo atentados contra ministros del gobierno e incluso contra el primer ministro, además de contra importantes políticos. Dentro de esta revolución interna, como beneficio colateral ese grupo del ejército de Japón planeó matar a Chaplin para provocar una guerra con Estados Unidos.

No estoy seguro de si una cosa acabaría en guerra, pero quién sabe. Recuerden la guerra de la Oreja de Jenkins o la guerra del Cerdo, por citar casus belli

Japón planeó matar a Chaplin para provocar una guerra con Estados Unidos, aprovechando que estaba de visita en el país

Los reaccionarios, que en su lado político tenían al partido ultranacionalista conocido como la Liga de la Sangre, atentaron contra el primer ministro Inukai Tsuyoshi el 15 de mayo de 1932. En su plan estaba asaltar su residencia y asesinarlo, junto a su hijo de 21 años. Precisamente por la fecha en la que ocurrió se conoce a este hecho como el Incidente del 15 de mayo. Un nombre poco original, todo sea dicho.

El día anterior, el 14 de mayo, Charles Chaplin había llegado a Japón, en una escala del viaje en crucero que estaba haciendo. Esta visita era conocida desde marzo y por eso se habían preparado para recibirlo, tanto los partidarios como los contrarios a él. Pero entre marzo y mayo hubo varios cambios, como retrasos en el viaje y variaciones de ruta, que hicieron que Chaplin entrara y saliera del plan del atentado a medida que cambiaba su agenda. Pero, como decía, finalmente el 14 de marzo Chaplin llegó a Tokio y el día siguiente fue invitado por el primer ministro Inukai Tsuyoshi a visitarlo en su residencia.

Esto ofrecía una oportunidad perfecta a los conspiradores para asesinar al primer ministro y a Chaplin en un mismo momento y lugar. La muerte del primero provocaría la inestabilidad suficiente como para que se hicieran con el poder. La del segundo, pensaban sus impulsores, haría que la tensión entre Estados Unidos y Japón aumentara, y los golpistas alimentarían esa tensión para acabar provocando una guerra.

Chaplin cambió la agenda a última hora para ver un combate de sumo y eso le salvó

El plan se puso en marcha y los asaltantes accedieron a la residencia del primer ministro. Este sí estaba allí y fue asesinado. Pero con él no estaba su hijo ni tampoco estaba Chaplin. La recepción oficial con el actor se había pospuesto en el último momento porque el estadounidense pidió que le llevaran a un combate de sumo. Inukai Takeru, el hijo del primer ministro, le acompañó al combate sumo y eso también le salvo la vida a él. Los asaltantes no estaban al tanto de esta modificación y atacaron la casa como habían planeado, matando al primer ministro.

Aquel atentado no consiguió su objetivo, esto es, modificar el rumbo del gobierno japonés, a pesar de matar al primer ministro. Los conspiradores se entregaron y fueron juzgados, aunque las penas fueron más suaves de lo que uno podría esperar para un caso así. Una muestra clara de lo complicado del momento en Japón es que se presentaron miles de firmas para pedir la liberación de los autores. Muchas de esas peticiones de indulto tenían firmas hechas con sangre.

Al día siguiente del atentado, Chaplin acudió a la casa del primer ministro a presentar sus respetos al fallecido y a su familia. Comentó entonces que la seguridad del lugar era muy débil y que eso haría fácil que se repitieran atentados como aquel. No diría yo que fue del todo profético Chaplin porque pasó mucho tiempo, pero en 1936, cuatro años más tarde, se repitió un hecho similar. Ese nuevo atentado se conoce como el Incidente del 24 de febrero. Como vemos, de nuevo un nombre poco original. Lo que ocurrió el 24 de febrero de 1936 también es digno de una curistoria, así que se lo contaré otro día.

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