El encontronazo entre Unamuno y Gaudí en la Sagrada Familia

encontronazo entre Unamuno y Gaudí en la Sagrada Familia

Unamuno debía ser un hombre directo y poco dado a paños calientes. Una muestra de esto lo tenemos en un encuentro con Gaudí. Más que encuentro, podríamos hablar de un encontronazo entre Unamuno y Gaudí en la Sagrada Familia. Aunque no está del todo bien documentado, no debieron tirarse muchas perlas el uno al otro sino que se sinceraron sobre lo poco que gustaba a cada uno la obra del otro.

Unamuno fue a visitar la Sagrada Familia acompañado del poeta catalán Joan Maragall. No hace falta decir que estaba en obras, y el propio Gaudí le sirvió al escritor vasco de guía. Era octubre de 1906 y no quedaron muchos rastros del encuentro, y los que nos llegan no son directos, por lo que las anécdotas que se cuentan de la conversación entre ellos pueden no ser del todo exactas.

Unamuno le comentó al arquitecto catalán que no le gustaba su obra. Llegó en alguna ocasión a decir que era arquitectura borracha. Gaudí, en su cara, le respondió a Unamuno que no le extrañaba que no le gustase, porque a los castellanos no le gustaban esas formas y estilos. El que fuera rector de Salamanca, ha quedado unido a esa ciudad en la historia, pero lo cierto es que había nacido en Bilbao en 1864. Por lo tanto, era vasco. Y así se lo dijo a Gaudí: no soy castellano, soy vasco. Y el catalán ni siquiera ahí dio su brazo a torcer y sentenció la discusión con un es igual.

El encontronazo entre Unamuno y Gaudí en la Sagrada Familia sólo se distendió cuando hablaron de papiroflexia

Si las obras del arquitecto catalán no eran del agrado del escritor vasco, en sentido contrario la opinión era la misma. Esto es, a Gaudí le gustaba poco la obra de Unamuno, y también se lo hizo saber sin pelos en la lengua. Cuenta alguna crónica que en aquella visita de 1906, Gaudí le dijo a Unamuno lo siguiente:

Los escritos que de usted conozco me hacen el mismo efecto que las casas pobres, aparecen toda suerte de mondaduras y detritus, ripios y escorias de todo lo vulgar y común. Pero en los escritos de usted aparece siempre uno que otro retazo de seda. Es la basura de la casa rica, a la cual fueron a parar los recortes del vestido de la señora, al cortar el vestido la hábil modista de dedos magos.

Lo que único que los unió, después del encontronazo, fue la afición que tenían ambos a la papiroflexia, pero aún en eso compitieron un poco. Ahí sí que la conversación fue algo más distendida. Volviendo a la ciudad castellana de Unamuno, podríamos decir que cada uno pensaba del otro que lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta.

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